Por primera vez, los jóvenes que fueron salvados por Héctor durante la tragedia de 2009 se reencontraron con él. Un momento cargado de emoción, gratitud y memoria.
Hermosillo, Sonora. — El 5 de junio de 2009 marcó para siempre la memoria colectiva de México. Aquella tarde, un incendio arrasó con la Guardería ABC en Hermosillo, dejando un saldo devastador: 49 niños y niñas perdieron la vida, y decenas más resultaron heridos. Pero entre el humo, la confusión y el dolor, emergió una historia de valentía silenciosa.
Héctor, un joven quiropráctico que se encontraba cerca del lugar haciendo compras, vio una columna de humo elevándose hacia el cielo. Sin pensarlo, corrió hacia el fuego. No era bombero, no llevaba equipo de protección, ni siquiera sabía si lograría salir con vida. Pero eso no lo detuvo. Entró una y otra vez al edificio envuelto en llamas y logró sacar a 17 bebés con vida.
Durante años, su historia circuló sin nombre. Se le conocía simplemente como “el hombre que salvó niños”. Rechazó entrevistas, reconocimientos y homenajes. Eligió el anonimato.
Hoy, 16 años después, los niños que ayudó a salvar ya son adolescentes. Y por primera vez, se reencontraron con el hombre que les dio una segunda oportunidad de vida.
En una reunión cargada de emotividad, los ahora jóvenes expresaron lo que habían guardado durante años.
“Gracias a ti estoy aquí”, le dijo Damián, de 17 años.
“Nunca te olvidaremos”, añadió Alexia, con la voz entrecortada.
“Fue como recordar algo que siempre estuvo en mí”, comentó otro de los sobrevivientes.
Héctor, visiblemente conmovido, solo atinó a responder con humildad: “Yo solo hice lo que tenía que hacer. Ojalá hubiera podido hacer más”.
El reencuentro fue íntimo, pero su significado trascendió fronteras. Lágrimas, abrazos y palabras que tardaron años en llegar encontraron finalmente su momento. En medio del recuerdo de una tragedia, surgió también un homenaje a la esperanza y al valor humano.
La historia de Héctor es una entre muchas de aquel día, pero la suya recuerda que en los peores momentos también hay quienes, sin buscar reconocimiento, se convierten en faro para los demás.
Puede que no todos conozcan su nombre. Pero 17 vidas lo recordarán para siempre.