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Jorge Salazar García. 2/12/2024
Estados Unidos (EE.UU) e Israel porfían en hacer creer al mundo que sus genocidios se realizan por el bien de la humanidad. Desde sus poderosos medios informativos divulgan profusamente ser los defensores de la paz, la democracia, la libertad y la justicia; y, que eso justifica el uso de la fuerza de las armas. Lo paradójico es que, generalmente, ahí donde intervienen, los gobernados son esclavizados por grupúsculos cuyo único interés es satisfacer su codicia de poder y dinero. Así ha sido desde su origen: ambos gobiernos siguen los designios de sus respectivas élites, asumiendo posturas mesiánicas derivadas de la interpretación sesgada de sus libros sagrados (Biblia y el Torá).
En estos fundamentan sus planes de dominio, racistas y excluyentes. Ya auto nombrados “pueblos elegidos”, deciden quién debe vivir y quién morir; qué les pertenece y cuáles naciones deben ser convertidas, invadidas o destruidas.
Nada es superior al cumplimiento de sus profecías.
(https://t.me/videoscobichosubtitulados/1276).
Netanyahu criminal de guerra
Nada detiene, por ejemplo, el genocidio que Benjamín Netanyahu perpetra en Gaza, en el cual EE.UU, su aliado, tiene todo que ver. Tanto yanquis como Israelitas son voluntarios rehenes de la banca sionista, cuyos planes de dominio codicia arriesgan el futuro del mundo entero. Con crueldad ilimitada, actualmente, el bestial ejército israelita arroja fósforo blanco a civiles (EE.UU arrojó Napalm en Vietnam), material que se adhiere a piel y se incendia al ponerse en contacto con el oxígeno. Hasta el momento, Netanyahu ha lanzado 75 mil toneladas de explosivos sobre civiles, cantidad equivalente a 6 veces del contenido en las bombas lanzadas en Nagasaki e Hiroshima. La esperanza más reciente de detener esa infamia ha provenido de la Corte Penal Internacional (CPI) que emitió (21/11/24) una orden de arresto en contra de Netanyahu, por crímenes de guerra y contra la humanidad. No obstante, las condenas emitidas por organismos internacionales (UNICEF, ONU, Amnistía Internacional, etcétera), la agresión a Palestina iniciada hace 76 años, sigue. Al contrario, Israel propaga los ataques a otras naciones (Irán, Líbano, Siria, etcétera), pretendiendo ocupar las tierras comprendidas entre el rio Nilo y el Éufrates, tal como lo interpretan en sus profecías.
Trump, el Mesías
Ahora se sabe que Netanyahu y Donald Trump (DT) pretenden construir, en Jerusalén, el santuario de los profetas que, dicen “será la sede de la Corte Suprema de la Humanidad, para resolver todas las controversias entre los continentes federados, como profetizó Isaías” (Ben-Gurión, 1948-1963). Los sueños de superioridad fueron tema central en la segunda campaña de DT) proferidos de la misma manera que le hizo ganar la elección en 2016: vomitando exabruptos a una audiencia excluida del sueño americano (ser ricos). Trump volvió a posicionarse como el nuevo “Salvador” a pesar de provenir de la misma élite que frustró dicho sueño en su primera gestión. Tanto resentimiento e ignorancia acumulados en los despojados dieron el control de los tres poderes a Trump. A nadie extrañe que los utilizará para reemprender su cruzada para reforzar su dominio en las naciones que lo permitan. Porque, le guste o no tendrá que compartir el liderazgo mundial con China y Rusia.
Desgraciadamente, tomando en cuenta el mesianismo de Trump y la crisis profunda del poderío yanqui, EE.UU se pudiese desencadenar una hecatombe nuclear. Sobre esto, debe recordarse que estando Trump en la Casa Blanca (2017-2021) reconoció a Jerusalén como capital de Israel. El hecho fue condenado por el mundo entero. Igual lo hicieron 14 de las 15 naciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. No obstante, al siguiente año Trump trasladó la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén. Estas acciones, sin duda, obedecieron al sionismo, cuyo propósito es reconstruir el tercer Templo de Salomón (santuario de los profetas) en el mismo lugar donde se encuentra la actual mezquita de al-Aqsa. Para lograrlo, según sus profetas, debe provocarse “La Batalla de Armagedón”*, con la cual, dicen, Jesucristo regresará a la Tierra y vencerá a todos los enemigos de Dios. “Los justos serán llevados al cielo y el réprobo será desterrado al fuego del infierno”.
Trump parece convencido de ser el “Elegido” de la providencia para llevar la paz al mundo libre. Y cómo no estarlo, si durante su primer mandato el rabino Berger afirmó que su nombre, en hebreo, arrojaba el número 424 (gematría) que significa Moshiach (Mesías) de la Casa de David. Este fanático agregó: “La conexión de Trump con el primer Mesías, es haberle encomendado funciones de Mesías. El rabino Hillel Weiss, portavoz del Sanedrín, informó que este pidió a Trump “construyera el Templo como lo hizo Cyrus hace 2000 años”. Su regreso (2025-2029), como sostuvieron los rabinos en Israel, favorecerá la construcción de lo que será el último Templo. Paradójicamente, dicha construcción, implica la destrucción de la Cúpula de la Roca, cuya bóveda cubre la roca desde la cual Mahoma ascendió al Cielo. Esa piedra esta en el Monte Moriah, sede de los lugares Santísimos del Primer y Segundo Templo.
Destruirla, sin duda alguna, desataría la furia (justificada) del mundo musulmán: esa sería entonces la “Batalla de Armagedón”. ¿Aprovechará Trump su segundo periodo, para impulsar esa apocalíptica locura?
Lo anterior parecieran teorías conspiranoicas e inocuas, lo peligroso es que, quienes las creen, como Trump, cuentan con poder y dinero para perseguir esas locuras. A estos locos se enfrenta el resto del mundo. Lo desolador del caso es que millones de sus víctimas, convertidas en esclavos satisfechos, creen, apoyan y adoran a sus verdugos.
Operación Enjambre, regalo a Trump.
Las respuesta de Claudia Shaunbaum a las presiones del “recargado” Donald Trump, respecto a combatir el crimen organizado, ha sido digna, directa pero insuficiente. Concederle la “Operación Enjambre” como anticipo para aplacar las groseras amenazas de intervención militar e incremento de aranceles en México, sin atrapar a ningún pez grande, no hará que las retire. Lo confirmó Trump en una entrevista reciente. Cuando el entrevistador le preguntó si sigue sobre la mesa los bombardeos contra los cárteles, Trump contestó categórico: ¡absolutamente! sobre migración y combate al narcotráfico, Con un partido hecho trizas, un ejército infiltrado, una burocracia corrompida y un país dividido, ninguna acción sobre migración y combate al narcotráfico, resultará efectiva.
Claudia no tendrá más remedio que obedecer a Washington tal como lo hizo AMLO cuando aceptó implementar el programa “Quédate en México”. Aquel Trump, arrogante, dijo de AMLO (abril, 2022): “es un socialista, pero me gusta; nunca he visto a nadie doblarse así”. México disminuyó el flujo migratorio y disipó la amenaza de pagar aranceles hasta del 25%.
Algunos mexicanos desean esa intervención porque, supuestamente, liberaría al país de las mafias criminales que los azotan. Lo cual, definitivamente no ocurrirá. Ignoran que los grandes padrinos pertenecen a las cúpulas del poder, de allá y de aquí. La real intención es salvar la economía yanqui a nuestra costa y recuperar mercados. Para ello Trump se enfocará en exigir se respeten los privilegios a las trasnacionales yanquis en los corredores industriales, megaproyectos, istmo de Tehuantepec, gasoducto, Litio, plantas nucleares; pero, sobre todo, sacar a China del mercado mexicano. Por lo pronto, la nueva “socialista” de palacio anunció su intención de sustituir las importaciones chinas.
Se aproximan tiempos aciagos, por esa razón debiera convocarse a un pacto nacional para rescatar, desde abajo, la soberanía nacional. Los ciudadanos conscientes podríamos empezar a boicotear productos yanquis
(https://www.facebook.com/reel/1557154325189305) antes de que a Claudia la doblen.
*Tomas R. Horn, en su libro (2019) “Los Rabinos Donald Trump y el Plan de Alto Secreto para Construir el Tercer Templo”.