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Nos llevaron al restaurante del hotel Palco, nos esperaban en la entrada dos meseras con sendas charolas grandes a full de mojitos, las mesas ya tenían platos y cubiertos, y los estudiantes se fueron sentados, los cinco mexicanos nos acomodamos juntos en una mesa, a los pocos minutos llegó Evo Morales
Carajo, cómo no querer a alguien que se inicia su día a las 5 de la mañana, no para dar atole con el dedo, para inaugurar obras por todo el país, un policlínico por aquí por allá un polideportivo.
Era esa hora en la que el cielo se pone de un azul frío, cuando la noche está por llegar, ni recuerdo de dónde venía, pero cuando llegue al cuarto que compartía con otros once estudiantes, justo cuando pasaba el umbral de la puerta sonó el teléfono, era Manuel Narro, el sobrino del ex rector de la UNAM, me dijo que había un evento con los bolivianos, que me jalara y le hablara a la flota, tal vez era fin de semana, porque la flota no estaba, y al final baje yo solo al polígono, un espacio al aire libre frente al campo de fútbol y la pista de atletismo, todo aquello frente al mar, por encima la biblioteca, el lugar era punto conocido de reunión y a veces hasta escenario, cómo cuando la embajada de la República Oriental del Uruguay en el gobierno de Mujica llevo a la murga “agarrate Catalina”, un espectáculo carnavalesco fascinante o como cuando las delegaciones de los países hacían la gala cultural. Me encontré con Manuel y otros mexicanos de segundo año, me dijo que íbamos si sobraban lugares en los autobuses, toda la delegación boliviana estaba reunida, obviamente lo planeado era para ellos, ahí me enteré, que los llevaban a ver al presidente Evo Morales quien al día siguiente iniciaría su participación en la cumbre del Alba TCP (alternativa bolivariana y tratado de comercio entre los pueblos) en la Habana. Cupimos en uno de los autobuses Transtur que envió la embajada, no eran tantos bolivianos y solo éramos cinco mexicanos.
Dio un discurso, del que lo que más recuerdo es que ya lo querían hasta en Santa Cruz, una zona de Bolivia donde históricamente ha habido un sentimiento anti pueblos originarios y una enajenación por la cultura gringa.
Nos llevaron a un lugar frente al capitolio, un pequeño complejo deportivo, el “kid chocolate”, lo que hubo fue un partido de fútbol rápido entre estudiantes bolivianos de la escuela superior de educación física y deportes y la comitiva del presidente, “hay que hacer la porra” dijo Narro, “Evo hermano, ya eres mexicano”, modificando una frase que algún momento se le coreó a un papa católico, más por la emoción del momento que por lo ingenioso de la ocurrencia, me dio mucha risa escuchar eso, el partido terminó y alguien del equipo del presidente se acercó para decirnos que hacía una sorpresa para nosotros.
Al final de está anécdota ¿Sobra decir que con un presidente de los nuestros parece esto nunca pasara?
Me pude tomar la foto, saludarlo, expresarle mi admiración.
La cena por cierto de primera, cogri, cerdo asado y papas fritas, dos cocas de lata y solo una vez repetí mojito por aquello de guardar las formas.
En lo poco, se ve lo mucho diría mi abuelita, ese día un jefe de estado nos regaló una de las mejores noches que tuvimos como estudiantes de medicina en Cuba.
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