Desde el 2017, cuando los salarios contractuales tuvieron un decremento de -1.49% en términos reales, las remuneraciones del personal sindicalizado no habían reportado números negativos en el acumulado anual.
Las revisiones salariales tuvieron en 2021 su peor comportamiento de los últimos cuatro años. El año pasado, las 5,322 negociaciones que se realizaron en la jurisdicción federal reportaron en términos reales un decrecimiento de -0.94% debido a que los incrementos quedaron por debajo del aumento de los precios de bienes y servicios, de acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
Desde 2017, cuando el decremento anual fue de -1.49%, las remuneraciones del personal sindicalizado en el país no reportaban números negativos en el acumulado. El año pasado, fueron ocho meses en los que se observaron contracciones a pesar de los incrementos en los sueldos. La cifra más baja se reportó en noviembre cuando en términos reales los salarios tuvieron una caída de -2.02 por ciento.
En buena medida, las caídas en los salarios contractuales fueron una consecuencia de la inflación observada durante 2021, que se ubicó en 7.36%, su nivel más alto en 21 años, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Pero la inflación no es la única consecuencia del decremento en términos reales de los salarios contractuales, el año pasado también se observó el incremento salarial nominal más bajo en los últimos años. En 2021 las revisiones salariales tuvieron un aumento nominal promedio de 4.6%, el menor dato también desde 2017.
José Luis de la Cruz, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico (IDIC), considera que el desempeño de las revisiones salariales se debe a la inflación y la expectativa que tienen los negocios sobre el incremento en los precios de bienes y servicios.
“El hecho de que se haya alcanzado el mayor incremento en precios en los últimos 20 años, en esencia consumió el aumento salarial. El primer aspecto sin lugar a dudas es la inflación. En segunda instancia, la mayor parte de los salarios se han negociado durante las últimas décadas en función de la inflación esperada, en los últimos 20 años la mayoría de los salarios se habían negociado alrededor de 4% porque justamente la inflación se había mantenido en ese rango”, explica el especialista.
En ese sentido, José Luis de la Cruz expone que el incremento inflacionario en 2021 por arriba del objetivo de 3% del Banco de México (Banxico), y que las negociaciones contractuales se realizaron esperando que la inflación se mantuviera en ese nivel, “se combinaron para generar un incremento real negativo”.
Con la cifra negativa de diciembre, donde se observó un decrecimiento de -1.72% en términos reales, las revisiones contractuales hilaron cuatro meses en caída. Considerando los ocho meses en los que se reportó una contracción en los incrementos en las remuneraciones, el 65% de las revisiones realizadas en 2021 quedaron por debajo de la inflación.
Para Ricardo Aguilar Abe, economista en jefe de Invex, la inflación fue el factor principal que impactó los incrementos salariales y, por lo tanto, el poder adquisitivo de los trabajadores.
“Con una inflación de 7.36%, sobretodo en la parte subyacente, no vista en los últimos 20 años, son los precios que más impactan en la parte nuclear del gasto. Eso definitivamente es un problema en los ajustes salariales”, apunta el especialista.
Aunque es claro que se presentó una afectación en el poder adquisitivo, Ricardo Aguilar subraya que el nivel de impacto dependerá de los productos que consuma cada familia. “En algunos puestos de trabajo de baja remuneración, los productos que se consumen con mayor intensidad son los que pesan más en la canasta básica. Hablamos de tortilla, de jitomate, de chile, con esos componentes, dependiendo de la intensidad de consumo, les pegará en una u otra medida”.
En eso coincide José Luis de la Cruz, el hecho de que la inflación se coma de manera drástica los incrementos nominales a los sueldos implica una pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, la cual puede ser más profunda al momento de adquirir algunos productos.
“La situación es más delicada cuando se contempla que las familias de menores ingresos orientan la mitad de su gasto a alimentos, bebidas, transporte y esos rubros, junto con los energéticos, tuvieron un incremento de doble dígito. Si bien el aumento general fue de 7.36%, en algunos componentes básicos el aumento llegó a ser hasta más del 10 o 20%. En realidad, la afectación es una menor capacidad de compra y sobretodo de lo más básico e indispensable”, detalla.
Mercado laboral, otra respuesta
José Luis de la Cruz opina que otro factor que pudo incidir en que el personal sindicalizado recibiera el incremento nominal más bajo en los últimos cuatro años es que el mercado laboral durante 2021 mantuvo su debilidad.
“Veníamos de una crisis, la mayor en 90 años. Seguramente en las negociaciones pesó mucho que la mayor parte de las empresas estaban afectadas por la crisis del año anterior y, en segunda instancia, también la desaparición de empresas implicó una menor cantidad de demanda de trabajo, es decir, hubo menos empresas en donde trabajar. Eso implica que ante una mano de obra abundante, las negociaciones estuvieran por debajo de otros años”, expone el director general del IDIC.
Desde la perspectiva de Ricardo Aguilar, el panorama para las revisiones salariales podría mejorar con un control de la expectativa de la inflación, lo cual ayudaría a tener aumentos más moderados en los precios.
“Si hubiera un control de las expectativas inflacionarias de Banxico, si vemos que Banxico continua con un ciclo de política monetaria restrictiva y se llegan a controlar las expectativas de inflación, eso sería uno de los principales elementos que deberían contener el avance de las revisiones salariales porque eso también puede controlar la inflación. Controlando la inflación ayudas al poder adquisitivo de los trabajadores”, apunta el economista en jefe de Invex.
Para José Luis de la Cruz, es probable que durante el 2022 se mantenga la merma en el poder adquisitivo de los trabajadores sindicalizados debido a la desaceleración económica que se presentó en los últimos meses de 2021 y porque aún se mantiene un déficit en creación de empresas.