José Vargas.
Nanchital, Ver.- La inseguridad se intensifica en el sur de Veracruz. En municipios como Nanchital y Villa Cuichapa, la ola de robos a casa habitación ha generado alarma entre la población, que denuncia la falta de patrullajes, vigilancia y respuesta de las autoridades ante el incremento de estos delitos.
En Nanchital, el caso más reciente ocurrió en la colonia San Miguel Arcángel, donde sujetos desconocidos ingresaron al patio y una bodega exterior de una vivienda, de donde sustrajeron escaleras y materiales de construcción. Aunque intentaron forzar la puerta principal, no lograron entrar al interior.
La familia afectada decidió no interponer denuncia, asegurando que “no harán nada”, reflejo del hartazgo y la desconfianza que permea entre los habitantes ante la inacción oficial.



Vecinos aseguran que los robos y asaltos también se han reportado en colonias como San Agustín, Nuestra Señora de Lourdes y Tepeyac. La exigencia colectiva es clara: operativos preventivos y presencia policial constante, antes de que la situación se desborde aún más.
En Villa Cuichapa, perteneciente al municipio de Moloacán, el robo ocurrió este sábado en pleno mediodía, entre las 11:30 a.m. y la 1:00 p.m., mientras los propietarios estaban fuera por motivos de trabajo. Los delincuentes se llevaron dinero en efectivo, una cadena de oro y un anillo de compromiso, con un valor total estimado en más de 29 mil pesos.
El atraco dejó no solo pérdidas económicas, sino un profundo impacto emocional, especialmente por el robo del anillo, símbolo personal de un momento importante para la pareja afectada. Por ello, han ofrecido una recompensa a quien proporcione información confiable que lleve a recuperar los objetos o ubicar a los responsables.
Ambos casos confirman lo que los ciudadanos ya venían advirtiendo: los robos a casa habitación se han vuelto más frecuentes, descarados y violentos, incluso a plena luz del día. Lo que antes ocurría bajo el amparo de la noche, hoy sucede sin miedo, y en zonas habitadas.
Pese a los reclamos, las autoridades locales no han emitido comunicados ni informes sobre estrategias para frenar estos delitos, lo que alimenta la percepción de abandono.
Mientras tanto, el miedo crece en colonias y comunidades donde la población ha tenido que asumir su propia defensa. En redes sociales, los vecinos se organizan, comparten alertas y rastrean objetos robados ante una impunidad que parece no tener fin.
La exigencia es directa: más presencia policial, resultados visibles y castigo a los responsables, antes de que la crisis de inseguridad se vuelva una rutina permanente.