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Jorge Salazar García.
Los recursos naturales de México (petróleo, gas, agua, litio, minerales, etc.) siempre han sido codiciados por los Estados Unidos (EU). Por ello, nunca han dejado de intervenir en el país. Hoy mismo, cerca del colapso económico, utiliza su poder contra México, buscando doblegar las posturas nacionalistas internas en la próxima revisión del tratado comercial que nos ató a ellos. Todos los gobiernos de EU se han arrogado el derecho de decidir el destino de las naciones del continente americano, comenzando por México. Lo vienen haciendo desde la llegada de los colonos al norte de América y lo formalizaron con la Doctrina Monroe.
Buena parte de su poderío proviene de la explotación humana y saqueo de los pueblos sometidos por la fuerza o el dólar. Tiene una Historia saturada de traiciones, mentiras y agresiones selladas con sangre; y aunque su villanía la cubren con grotescas máscaras de heroicidad, pocos creen en esa supremacía moral pregonada.
Sin duda alguna, EU continuará causando daño, lo más grave es que antes de hundirse en el miasma de su modelo, otros países caerán con ellos. Entre más pronto, los mexicanos entendamos eso, menos pérdida de vidas, territorio y haciendas habrá. En este texto y los dos subsecuentes se aportarán algunos datos e información acerca del trato pérfido que los yanquis han dispensado a México desde el siglo XIX. Tal vez ayuden a conocer las agresiones de que hemos sido objeto, evitar las futuras y visualizar las actuales: como la exigencia de entregarle 249 millones de litros de agua del Río Bravo. En este artículo escudriñaremos el inicio de la colonización anglosajona y de su expansionismo; en la parte II, veremos las reacciones a ese expansionismo y la III, versará sobre los Tratados de Guadalupe Hidalgo y relatos de guerra.
Colonización
Con la llegada de los colonos europeos a Norteamérica se fundaron las 13 colonias (1700) comenzando el desplazamiento de los pobladores originarios hacia los territorios pertenecientes a la Nueva España. Aunque la mayoría de colonos deseaban construir una nación donde reinara la Libertad y la Justica, sus líderes fundadores sólo perseguían acrecentar sus fortunas. Eso explica por qué, por ejemplo, algunos eran esclavistas: Tomas Jefferson (1743-1826) tenía 600 esclavos; Andrew Jackson (1767-1845), era terrateniente y esclavista; Lincoln (1809-1865), tuvo esclavos y se casó con la hija de un esclavista. Esencialmente, Estos señores, fundaron una empresa depredadora de la Naturaleza y explotadora de hombres. Sobre esto último fueron tan exitosos que en 1860 el censo registró 4 millones de esclavos en una población de 31.4 millones de habitantes. Eso forzó el expansionismo yanqui, pues las fortunas requerían de más tierras y esclavos para crecer. Las primeras ya estaban pobladas y los segundos se traían de África o se tomaban de los vencidos.
Expansionismo
Crear los espacios idóneos para los negocios, hizo necesario los desplazamientos forzados y los genocidios.
Al principio, los indígenas resistieron, pero la superioridad en armas del filibustero yanqui, les llevó a retroceder, luchar hasta la muerte o ser recluidos en reservas. Durante el siglo XVIII fueron sistemáticamente diezmados o desplazados hacia los territorios pertenecientes a la Nueva España, poblados por criollo, españoles, e indígenas que compartían el respeto por la Naturaleza y formas usufructuarias de propiedad comunal, estatal e individual. A continuación, mencionaremos las expansiones del siglo XIX que más afectaron a México, cuando su población estaba esparcida en un territorio de 4.9 millones de km2 que abarcaba desde la Alta California hasta Centroamérica.
En 1810 los independentistas criollos iniciaron la construcción de México sin tomar en cuenta a los pueblos indígenas. Posiblemente eso nos debilitó ante el expansionista yanqui y determinó que las encomiendas de Guatemala, Belice, Salvador y Nicaragua se separan de México en 1823, fundando sus propias naciones. Con ello, México perdió 283 mil km2 de territorio. El siguiente gran mordisco territorial lo dio el país dominado por grupos inmobiliarios: EU no despojó de más de 2 millones de km2 (1848), dejándonos 1.96 millones controlados por la iglesia, caciques, hacendados y criollos, simpatizantes de la falsa democracia capitalista.
Doctrina Monroe
Siguiendo esa directriz expansionista, el presidente James Monroe, emitió en 1823 lo que después se conocería como Doctrina Monroe, resumida en la frase “América para los americanos”. Eran disposiciones que prohibían a los europeos crear colonias en América e intervenir en nación alguna para modificar o cambiar su forma de gobierno. Fueron tan bien acogidas por el presidente mexicano Manuel de la Peña que, al firmar el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), pidió a Estados Unidos interviniera en la península de Yucatán para sofocar la rebelión maya (Guerra de Castas) que terminó hasta 1901 creándose el estado de Quintana Roo. Ahora Trump invoca la vigencia de esa doctrina.
Expansión hacia el sur
Napoleón, necesitado de fondos que financiaran sus guerras, ofreció venderle Luisiana al presidente Thomas Jefferson en 15 millones de dólares (Mdd) en 1803.
Jefferson finalmente pagó 2 Mdd por ese territorio de 2.1 millones de km2. Estas tierras desbordaron la voracidad de los empresarios inmobiliarios, estimulados por Jefferson. En 1815, España le vende Florida a EU por 5 Mdd hasta los límites del río Sabinas y Tejas, donde ya había 3000 colonos anglosajones que disponían de concesiones legales. Entre estas, destaca la de Moisés Austin, fundador, con 300 familias, de la ciudad de Austin.
Cuando los colonos texanos alcanzaron la cifra de 20 000 (1826) conspiraron independizarse de México contando con el apoyo de EU, que ya, desde antes, planeaba anexarse Texas hasta el rio Bravo (Por ejemplo, John Adams, siendo presidente ofreció a México 5 Mdd por el territorio texano comprendido del río Sabinas al Nueces).
México, gobernado por Anastasio Bustamante, además de oponerse a la independencia de Texas; prohibió a partir de 1830 (Ley del 6 de abril), la entrada de más colonos, canceló concesiones, impuso aduanas y prohibió ¡horror! la esclavitud.
Santa Anna, epítome de la traición
El país, en 1833, vivía condiciones que le impidieron hacer efectiva la Ley del 6 de abril. Los texanos aprovecharon esa debilidad y proclamaron su independencia en 1836, crearon su Constitución, legalizaron la esclavitud y prohibieron la entrada de negros libres. Santa Anna fue a combatirlos, pero fue vencido y hecho prisionero en San Jacinto. Allí, para salvar su vida y ser liberado, firmó el Tratado de Velasco (14/05/1836) reconociendo la independencia de Texas, pidiendo se mantuviera en secreto ese documento.
México no aceptó tal reconocimiento y reinició la guerra contra los rebeldes. Por ese motivo EU rompió relaciones con México en 1837 y autorizó la presión militar para anexarse Texas. Poco después los yanquis aprobaron unilateralmente (29/12/1845) dicha anexión y ofrecieron 25 Mdd por los territorios de Nuevo México y California.
De acuerdo a la obra de John Sax-Fernández “La compraventa de México” (2016), Su Alteza Serenísima era “un agente del gobierno de Estados Unidos” vinculado al presidente James Polk (1845-1849). Este, registró en su diario que en 1846 recibió a Alejandro Atocha con el mensaje del “héroe de 40 derrotas” donde le ofrecía desplazar la frontera de la desembocadura del rio Bravo hasta el pacífico a cambio de ser apoyado para ocupar la presidencia 10 años. Polk, por supuesto, aceptó y envió al almirante Slidell Mackenzie a cerrar el pacto. Eso consta en documentos clasificados como muy reservados y muy confidenciales. Lo anterior explica por qué el “Quince Uñas” fue 5 veces presidente. Igual pasó en 1988, con Carlos Salinas.
México continuó oponiéndose a las exageradas pretensiones estadunidenses y, estos, reiniciaron las hostilidades (24/04/1846). En la primera escaramuza mueren 16 yanquis. Y con su acostumbrado modus operandi, EU pregonó al mundo que México había transgredido sus fronteras y derramando sangre americana: pretexto perfecto para declararnos oficialmente la guerra el 11 de mayo de 1846. Así justificó su infame invasión. Pronto, aprovechando que México estaba dividido (santanistas, puros, moderados y monarquistas) el ejército yanqui tomó la capital, pues los muchos que deseaban pelear hasta el final fueron abandonados por los pocos que les negaron los recursos para ello. Continuará…



