Publicado el Sábado, noviembre 29, 2014
Por Jaime Arias Amaral
https://pagina24jalisco.com.mx/local/2014/11/29/a-50-anos-de-la-revolucion-de-las-batas-blancas/
La situación en la que se encontraban quienes levantaron la voz en 1964 es la misma que sufren actualmente los médicos becarios, con cargas excesivas de trabajo, horarios de trabajo inhumanos, malos tratos, exceso de responsabilidades y áreas de descanso insalubres e insuficientes/Foto: Cortesía
El crecimiento de los servicios de salud durante la época del “milagro mexicano”, propició que el número de trabajadores de la salud aumentara. La consecuencia fue el deterioro de las condiciones de trabajo de los médicos, los bajos salarios, raquíticas prestaciones, extenuantes jornadas de trabajo que fundamentalmente recaían en “médicos becarios” (residentes e internos) que no eran considerados como trabajadores.
En el otoño de 1964, 206 médicos residentes e internos del Hospital 20 de Noviembre de la ciudad de México protestaron porque no recibirían su aguinaldo y simplemente todos fueron despedidos. Por lo que inician un movimiento social, llamado románticamente “La Revolución de las Batas Blancas” el cual se convirtió en nacional y llegó a movilizar a más de 20 mil médicos. La demanda principal de los becarios era la exigencia de mejores condiciones de trabajo, a pesar de ser tan mesurado, cuestionó uno de los elementos base del régimen del PRI: el corporativismo. Fue un tipo nuevo de movimiento social en México, con el que empezó una nueva tradición de movilización de la clase media urbana.
Esta movilización duró 10 meses, hasta el 5 de septiembre de 1965, donde la asamblea decide levantar el paro, ya que el gobierno encabezado por Gustavo Díaz Ordaz nunca respondió de manera adecuada a su pliego petitorio y sí por el contrario el 26 de agosto de 1965, los granaderos, junto a personal militar, tomaron las instalaciones del Hospital 20 de Noviembre, más de 500 doctores fueron despedidos y 150 fueron amenazados por las autoridades del hospital, y los líderes encarcelados. En esa represión, el régimen fue implacable, sin importar el que los inconformes fuesen profesionistas jóvenes, educados, urbanos y de clase media. El movimiento había terminado de manera formal, pero había insatisfacción en el interior de la burocracia estatal y de las clases medias mejor formadas del país, esto se demostraría posteriormente en 1968.
A 50 años después de esa lucha, hoy los médicos becarios siguen prácticamente igual, agobiados por un sistema hospitalario que basa su capacidad asistencial en la carga excesiva de trabajo hacia ellos, con horarios de trabajo inhumanos, “salario” raquítico, malos tratos, exceso de responsabilidades, áreas de descanso insalubres e insuficientes. Abandonados por las universidades, aún cuando son alumnos de ellas y dan el reconocimiento académico, pero los becarios sólo existen para el pago de inscripción. Todo ello explicado en parte por estar inmersos en un modelo económico globalizado de corte neoliberal donde la política social queda subordinada a la política macroeconómica y bajo una lógica de racionalizar los insumos, de “hacer más con menos”, lo que ha implicado una asignación limitada de recursos económicos, materiales y humanos, a todo el sistema de salud.
Un Estado que trata de garantizar la cobertura universal de salud debería voltear a ver la condición laboral de los médicos becarios y no seguir vulnerando constamente sus derecho