José Vargas.
Coatzacoalcos, Ver.— La mañana del domingo, una joven fue localizada tirada sobre la banqueta, inconsciente y con un estado avanzado de intoxicación etílica, frente a un centro nocturno ubicado en la zona centro del puerto de Coatzacoalcos. De acuerdo con los primeros reportes, la mujer, de entre 20 y 25 años, había salido desde la noche anterior con un grupo de amigas. Sin embargo, tras perder el control por el consumo excesivo de alcohol, fue abandonada por sus acompañantes.
El hallazgo ocurrió alrededor de las siete de la mañana, cuando transeúntes que caminaban por la zona observaron que la joven no reaccionaba y se encontraba expuesta a múltiples peligros. Fue entonces que se solicitó la presencia de cuerpos de auxilio. Al lugar arribaron elementos de la Policía Municipal y de Protección Civil, quienes confirmaron que la joven aún contaba con signos vitales, aunque presentaba un cuadro severo de intoxicación. Fue trasladada a un hospital donde recibió atención médica, y su estado fue reportado como estable, aunque bajo estricta observación.
Este hecho ha generado una ola de indignación entre la ciudadanía, al evidenciarse nuevamente una peligrosa normalización del abandono en contextos de fiesta. La imagen de una joven tirada en la vía pública, sola, vulnerable y en completo estado de indefensión, expone el riesgo real de confiar en quienes desaparecen justo cuando más se les necesita. No es la primera vez que ocurre algo así en México, y lamentablemente, no siempre se tiene la fortuna de sobrevivir.
Uno de los casos más emblemáticos fue el de Debanhi Escobar, una joven de 18 años que desapareció en abril de 2022 en el estado de Nuevo León, luego de asistir a una fiesta con amigas. Su desaparición fue ampliamente difundida a nivel nacional e internacional. Tras varios días de búsqueda, su cuerpo fue localizado sin vida en la cisterna de un motel. El caso, marcado por inconsistencias, omisiones y negligencias, evidenció cómo el abandono y la falta de responsabilidad colectiva pueden derivar en tragedias irreversibles. Aunque en su momento se habló de muchas versiones, lo cierto es que Debanhi quedó sola, desprotegida, y finalmente, fue asesinada.
Historias como la de Debanhi o la de la joven encontrada este domingo en Coatzacoalcos comparten un patrón doloroso: mujeres jóvenes que salen en grupo, que confían, que buscan divertirse y que, por exceso de confianza o por el simple abandono de quienes las rodean, terminan expuestas a riesgos que pueden costarles la vida.
A nivel nacional, también se han documentado casos recientes de hombres y mujeres abandonados por sus compañeros tras intoxicarse. En Jalisco, un joven fue dejado por sus amigos en la vía pública tras una noche de consumo excesivo y falleció por congestión alcohólica. En Chiapas, un hombre fue abandonado en condiciones similares y también perdió la vida.
Estos hechos no solo reflejan una problemática de salud pública vinculada al abuso del alcohol, sino una grave crisis de empatía y responsabilidad social. El consumo desmedido no debería ir acompañado de la indiferencia. Y la amistad no se mide por las fotos compartidas en redes sociales, sino por el compromiso real de cuidar y acompañar a quien ya no puede valerse por sí mismo.
Hoy, la joven de Coatzacoalcos puede contarlo. Pero estuvo a pocos pasos de convertirse en otra estadística más. En su caso hubo intervención oportuna. En muchos otros, solo queda el silencio.
Este hecho debe encender las alertas. La sociedad tiene la obligación de replantear lo que entiende por convivencia, amistad y acompañamiento. Y las autoridades, por su parte, deben revisar protocolos para que centros nocturnos no permitan que personas en riesgo sean dejadas solas o sin supervisión. Porque cada vez que alguien termina abandonado en una banqueta, el peligro es real y la tragedia, inminente.