Marco V. Dávila-Juárez
En semanas recientes fuimos testigos del último proceso electoral interno de MORENA para elegir a sus delegados a consejeros nacionales, estatales y distritales, plataforma desde donde se perfilan los próximos candidatos de las elecciones estatales y federales que ya desde ahora están en disputa.
No vamos a repetir las crónicas de la jornada del electoral del 30 de julio pasado, pues todos los medios estatales y locales dieron cuenta de ello, incluso los nacionales, pues los viejos vicios que se pudieron en práctica por parte de la nueva mapachada guinda fue una constante en todo el país.
Lo que nos interesa resaltar es un asunto de fondo, el tema de los intereses en conflicto, hablamos de los intereses de clase, es decir, de los intereses económicos que están en juego.
Nuestra sociedad actual se encuentra dividida en dos grandes clases sociales con intereses económicos y políticos contrarios y en pugna. Por un lado, los que se apropian de la riqueza socialmente producida, los burgueses, grandes dueños de monopolios o latifundios y, por otro lado, los que producimos esa riqueza con nuestro trabajo los obreros, los trabajadores todos.
Sabemos con certeza que dentro del partido MORENA hay un gran número de gente de los estratos populares, de trabajadores, obreros y de pequeños productores que están convencidos de que hay que transformar la realidad por una más justa. Es más podemos afirmar que esta gente es la mayoría que nutre las filas del partido del Presidente de la República y que de una u otra forma buscan intervenir en la toma de decisiones y de rumbo de la vida interna de su partido.
Pero, ¿por qué si son la mayoría no logran ser tomados en cuenta para ocupar carteras de dirección o para postularse a cargos de elección popular? ¿Por qué es que siempre quedan los mismos, los que tienen acaparada la dirección del partido o los que están en cargos públicos, que además forman pequeños grupos de poder, que no tienen la simpatía de las mayorías o son rechazados por las bases?
Entonces, si no tienen el apoyo de las bases, ¿por qué es que siempre quedan en los cargos directivos o de elección popular? ¿Quién está detrás de ellos que los apoya y los impone? Todas las respuestas a estas preguntas tienen su explicación en los intereses económicos que pelean la dirección del partido MORENA o los cargos de representación popular.
MORENA es un partido pluriclasista, es decir que al interior de las filas morenistas coexisten diversas clases sociales e incluso diversos sectores de dichas clases sociales. Mientras que las bases están formadas mayoritariamente por componentes de los sectores populares: trabajadores por cuenta propia, profesionistas, pequeños comerciantes, pequeños productores, trabajadores y campesinos pobres, en su gran mayoría de la tercera edad; las cúpulas, desde el municipio más pequeño hasta la dirección nacional, está integrada por dueños de los grandes monopolios, representantes de los grandes capitalistas y personeros de los intereses de burgueses y terratenientes.
De tal manera que la pugna interna se da entre los que tienen el dinero contra los que sólo tienen ganas.
Esto se pudo ver en este proceso interno donde las maniobras que descalifican de la contienda a muchos de estas personas que buscan cambios reales para su gente y es que no importa que ellos hagan un trabajo de base, todos los días, desde mucho tiempo atrás, incluso sin pensar en las candidaturas, convenciendo a sus vecinos, sus compañeros de trabajo de involucrarse y participar en la política para cambiar las cosas pierden ante las maniobras de los que mandan en el partido. Así las cosas, desde la convocatoria ya venían los dados cargados pues quien quería tener votos debía llevar a sus bases a votar, o sea debía tener el dinero para pagar la movilización de sus simpatizantes. Por eso es que se vio el acarreo, la repartición de despensas, la compra de votos y todos los males conocidos, zafarranchos incluidos, de la vieja escuela del PRI, el PAN y el PRD se hicieron presentes. Lo que vimos es la elección de los que aspiran a representar y defender los intereses del gran capital, sea este incluso de procedencia ilícita, los candidatos ganadores ya venían amarrados, ya traían acuerdos.
En renglón aparte hay que ver la actuación de líderes y dirigentes de izquierda, que han llegado a ocupar desde cargos de segunda, tercera o hasta puestos de dirección o representación. Estos personajes son verdaderos lobos con piel de oveja, porque se vinculan a MORENA para aprovechar en su beneficio la popularidad y la intención del voto que genera López Obrador, pero que no tienen ninguna intensión en representar los intereses de las mayorías que los apoyan engañadas. Pero aún si alguno de estos líderes tuviera alguna buena intensión, quedaría en tal minoría que no tendrían ninguna incidencia sus posiciones políticas, si no es que termina absorbido por la mayoría aplastante que en MORENA representa los interese de los grandes capitales, a pesar de que el líder máximo de dicho partido afirme que es en beneficio del pueblo que se gobierna o que primero son los pobres.
Mucha gente todavía va recorrer ese sinuoso camino que ya no será tan largo como el que recorrió el PRD antes de colapsar, pero en el viaje muchos se irán desengañando y tal vez frustrados se arrepientan de haber querido ser protagonistas de los cambios verdaderos que necesita este país, de pensar en un futuro mejor para las próximas generaciones y se quieran ir al ostracismo, a ellos les decimos que no es un error pretender ser protagonista de la Historia, sólo hay que encontrar el lugar correcto, para esto hay que ver cuáles son los intereses de clase que se defienden en las filas donde estamos, si a pesar del discurso y la narrativa los que ganan son los de siempre, entonces esa no es una opción, si el programa de lucha representa los intereses de las mayorías, de los obreros, de los trabajadores todos, ahí es.
Debemos buscar nuestro lugar no en un partido donde pretendan convivir clases sociales que en la vida cotidiana están en pugna con intereses irreconciliables, sino en un partido de clase, el partido de la clase obrera.