Córdoba, Ver._ Ni las cámaras, ni el guardia, ni el flujo constante de personas en una plaza comercial impidieron que un delincuente armado concretara un asalto en pleno corazón de Córdoba. La tarde del viernes, en la sucursal de BBVA ubicada en plaza Shangri-La, un cuentahabiente fue despojado de 200 mil pesos justo antes de realizar su depósito.
El ladrón ingresó como cualquier cliente más, con cubrebocas, lentes oscuros, gorra negra y una mochila cruzada. Lo que no era habitual era el arma que traía escondida. Caminó directo hacia su objetivo. No hubo forcejeo ni confrontación. El dinero cambió de manos en segundos.

Aunque al interior había personas y vigilancia privada, nadie pudo detenerlo. Afuera ya lo esperaban cómplices en un vehículo. Todo fue rápido, casi coreografiado. El crimen se ejecutó con la misma precisión con la que deberían actuar las autoridades… pero no fue así.
Después del asalto, la policía llegó solo para recabar datos y ver los videos de seguridad. Como de costumbre, los responsables escaparon sin dejar rastro.
Una vez más, queda claro que los delincuentes no temen a las instituciones. Y que en Córdoba, entrar a un banco con dinero se ha vuelto casi un acto de fe.