CRÓNICAS, RELATOS Y LEYENDAS DE ATOYAC, VER.
9 de enero de 2024
EL COLOSO HA DESPERTADO
9 de enero de 1908.
Se ha superado el primer paso
Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quien la emite y no representa necesariamente el pensamiento de este medio
La tensión por el arranque de la primera zafra se ha ido acabando, el personal técnico y administrativo saben que todavía es temprano para celebrar, han pasado apenas 24 horas.
He aquí la historia del segundo día de vida de un Ingenio que nació grande.
El Ingenio El Potrero amanece con su primer día de molienda, de las 1,500 toneladas que se pretendian moler, solo se han molido unas 800, pero es normal, es el primer día de trabajo.
En las casas la rutina es misma, desde temprano se enciende la lumbre, ya sea en el braceros o en unas piedras directo en el suelo, se pone un comal de barro, le echan su baño se agua con cal y una vez listo, se ponen a azar jitomates, cebollas, ajos, chiles, a un lado la olla con frijoles empieza a hervir, en otra olla se está cocinando un rico café, esa mezcla de aromas combinado con el aroma a melaza inunda el aire;
Los hombres se alistan para ir al campo o al ingenio, el paso del tren nocturno indica que falta poco para las 6 de la mañana, como es costumbre, el maquinista hace sonar el silbato anunciando su acercamiento al crucero.
Frente al hotel se ha colocado un riel con una “pata de gallo” de el pende un cable de acero con un tramo de riel, ahí se encuentra un obrero que. Con un tramo de metal, cual si fuera badajo, golpea el riel, que al instante emite un sonido agudo que se escucha por el pequeño pueblo, da otro y otro más anunciando la hora de entrada a trabajar.
Frente al ingenio pasando el cruce con la vía del ferrocarril se han colocado algunos bebederos para que tomen agua las bestias, una vez saciada, los bueyeros y carretoneros empiezan su andar, algunos van de regreso a los campos y otras carretas ya vienen, fueron cargadas la noche anterior, esa es la rutina.
Unos chiquillos que aun no tienen edad para trabajar son invitados como “aguadores” su trabajo será bajar al río y traer agua fría y fresca y repartirla en diferentes departamentos y a la cocina del chino Eng Wing Lao, un par de latas atadas con un pedazo de madera clavado a los extremos o unas cubetas que fueron atadas con algunas cuerdas a un largo de un palo, el cual se lo ponía en el cuello, “maroma” lo llamaban.
En la planta eléctrica la generación de electricidad continua, los instrumentos son vigilados por los electricistas, mientras tanto el jefe dice a uno de sus ayudantes, hoy toca limpiar los coladores, y ahí va aquel joven por sus herramientas, una gran llave Stillson de 24″ y una llave estriada de 1 y 1/2″, tan pronto se encuentra en el áreas de bombas empieza a manipular el volante el cual mide más de un metro de radio, abre la válvula de la bomba 2 y empieza a cerrar la de la bomba 1, terminado este proceso, empieza a abrir los coladores, 24 tuercas de 1 pulgada tiene que aflojar, termina y empieza la limpieza del colador, saca hojas y pedazos de ramas y palos pequeños que se han colado en la represa, de pronto ante su asombro se encuentra un langostino de más de medio kilo, con cuidado lo saca y lo guarda en alguna cubeta, ese día cambiará el menú en su casa; termina su trabajo y pide permiso para llevar su preciada carga a su casa, su esposa se lo freira con “harta” manteca y ajo.
En la fábrica aquel jugo de la caña ha continuado el proceso, ha sido mezclado con agua con cal, ese jugo alcalizado es enviado a los filtros de cachaza u Olivers. filtros Dor’s y empieza el proceso de convertirse en dulce miel en los calentadores y evaporadores triplex, pronto se convertirá en una bola de masa cocida de tono café, aún falta para que se convierta en finos granos de azúcar blanca.
En casa, mientras el marido trabaja, las mujeres bordan hermosas servilletas para guardar las tortillas, preparan la comida, para eso han ido al corral y han escogido una gallina que servirá de almuerzo ese día.
Por la tarde, antes de que oscurezca, llega la hora de planchar y almidonar la ropa del esposo, del hijo, del padre o del abuelo, para esto, han puesto en las brazas aquellas plancha de hierro con un asa de madera, hábilmente la sacan del fuego, llevan su dedo índice a la boca, le ponen tantita saliva y llevan su dedo a la plancha, el shiiiiiiicccc que resulta les hará saber si la plancha ya tiene la temperatura correcta para planchar, empiezan a planchar y almidonar las prendas, la plancha va una, dos, tres o las veces que sea necesario a las brazas pronto tienen esos pantalones de manta y las camisas sin una sola arruga.
Por la calle real se escucha el relincho de un caballo, de pronto escuchan aquel grito “llegó el lecherooooo”, y si en ese noble caballo alazán, a ambos lados de la silla de montar penden dos grandes perolas con leche fresca ordeñada ese día y “rebajada” con una poca de agua de Mata Larga o el arroyo del tigre, llena su medida de un litro que va a dejar en aquella casa y sigue su camino, de pronto se escucha un grito “viene un pescado en la leche”, con gracia y parsimonia aquel lechero contesta, “como no doña Maguito, la vaca fue a tomar agua al arroyo y de seguro se trago al pescadito y al ordeñarla pues por ahí salió”. (Del anecdotario: suceso de la década de los 70s narrado por Erick Ortiz, lechero de la época y anexado a esta crónica para hacerla más amena)
Son las 8 de la noche, ha llegado la hora de dormir, se apagan candiles, quinques y velas, dormirán arrullados por el ruido constante del vapor de la fábrica.
Recopilador: Nazario Guadalupe Cebada Morales