
Por: Christian López
Debo advertir que el título provocador de esta columna y la simplificación de ciertos puntos en ella tienen la intención de provocar cierta incomodidad al lector, y de hablar de un tema de interés público en términos del lenguaje coloquial, no de abanicar mi ego en un intento por convencerles de lo inteligente y culto que soy, como suelen hacerlo las columnas de los intelectuales de la derecha, y (aunque a veces duela aceptarlo) también de muchos de la izquierda. Pero vamos al tema:
Las continuas campañas de desinformación de la derecha mundial y el constante bombardeo a través de redes sociales por parte del aparato ideológico bien coordinado de la oligarquía mundial han conseguido distorsionar profundamente dos conceptos fundamentales para la vida, “sistema” y “libertad”.
Lo anterior ha dado paso a que la arena político-electoral tenga cabida para el éxito de personajes tan detestables como Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador, Donald Trump en Estados Unidos, Volodimir Zelensky en Ucrania, y otros, no menos estúpidos, pero sí menos exitosos políticamente, como Eduardo Verástegui y Ricardo Salinas Pliego, en México.
Libertad
La libertad no debería entenderse como la posibilidad de hacer lo que a uno se le dé la gana, y mucho menos la libertad absoluta del mercado dominado por el capital, de “autorregularse” y campar a sus anchas en detrimento del bien de las mayorías. Argumento que los autodenominados “libertarios”, como el ya mencionado Milei o el vomitivo Ricardo Salinas, utilizan para conquistar el favor de personas frustradas por las consecuencias de los abusos derivados precisamente de las acciones de los dueños de ese capital. Esta masa “antisistema” se nutre de aquellos a quienes se les ha perdido el norte y se les engaña con el argumento de que el sistema es el juego político electoral de partidos, de que el Estado es el origen de todos sus males cuando la verdad habita en las antípodas de estos “argumentos”.
La libertad, es solo alcanzable en la acción de lo colectivo, en la posibilidad de un punto de partida básico para todas las personas, un bienestar mínimo, independiente del lugar o estamento social de nacimiento, además de un aparato regulatorio de la convivencia social que evite que el lobo se devore a la oveja aunque no sea por hambre sino por mera diversión, o por el simple hecho de que puede. Son indispensables un conjunto de normas e instituciones que eviten el abuso y el saqueo del bien común para su acumulación forzada y violenta en manos de unos cuantos, este aparataje se llama Estado y su ente administrativo gobierno.
Algunos autores definen la libertad como “un derecho de valor superior que asegura la autodeterminación de las personas”, esto, sin embargo, requiere de un mínimo de condiciones materiales para ello, mismas que la organización colectiva en un Estado pueden proveer si la riqueza común se administra de manera adecuada y para el bien de todos.
Sistema
Mientras que por otra parte, aunque existen varias definiciones de sistema, optaré por aquella que dice “un sistema es un conjunto de partes o elementos que interactúan entre sí de forma coordinada para llegar al objetivo trazado”. Para fines de esta columna, nos referiremos al sistema económico, que es el que determina las condiciones materiales de los individuos. En este sentido podemos inferir que el juego político-electoral y el Estado, se encuentran hoy subordinados al sistema económico imperante: el capitalismo. Es decir que el Estado y el gobierno obedecen al capital, son partes de estos elementos que actúan de manera coordinada para llegar al objetivo trazado, la acumulación de capital, a la que no todos tienen ni tendrán acceso por más que aspiren a ello.
Dicho lo anterior, debemos también entender que hay algunos proyectos de administración del Estado que se oponen a dejar al lobo dentro del corral de las ovejas y, para ello, establecen una cerca jurídica, de leyes, sanciones, impuestos y otros mecanismos que, a su vez, administran el bien común, la riqueza conjunta, para asegurar condiciones materiales mínimas que permitan a las personas un acceso efectivo a la libertad.
Por otra parte, existen proyectos como el de los “libertarios” que buscan desarticular esas instituciones del Estado a través de proyectos políticos que eliminen derechos mínimos de las personas, regulaciones económicas y mecanismos de redistribución de la riqueza, como sucede con la tarea de Elon Musk en el gobierno de Trump o la motosierra del estafador Milei. Si avanzamos en ese orden de ideas que podríamos plantearnos algunas preguntas como ¿Quién es el responsable de nuestra desgracia, quien es el responsable del hambre y las guerras, quién está vaciando de gente la Franja de Gaza para establecer un paraíso turístico para los super ricos? O ¿Quién impide mi liberta? O una muy clara ¿qué es el sistema? Todas esas preguntas tienen una misma respuesta:
¡Es el capital, pendejos!