“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”. (Luther King).
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Jorge Salazar García. 8/12/24
A escasos 4 kilómetros de la laguna “La Mancha” se han iniciado trabajos para construir una granja avícola, colindante al rancho el “Pequeñín”; junto al cual, pasa un arroyo que atraviesa la carretera costera, desemboca en la laguna mencionada y finalmente en el mar. Según habitantes del lugar, pertenece a la empresa Pilgrim’s. Estas granjas, dedicadas a la cría industrial de pollos, se caracterizan por aplicar métodos de producción intensivos sin tomar en cuenta el sufrimiento infringido a los animales ni la destrucción del equilibrio ecológico del lugar donde se asienta. Su objetivo es obtener la máxima ganancia a costa de reducir la calidad de vida de animales, personas y contaminar el medio ambiente. Donde se instalan, generalmente, rompen el tejido social, generan enfermedades y contaminan tierra, agua y aire.
Antes de producir, el proyecto es presentado, por autoridades aliadas a los señores inversionistas, como detonante de progreso y bienestar. Son poderosas, dado que están protegidas por tratados comerciales entreguistas, (TLCAN) que en vez de hacerles cumplir estrictamente las leyes medioambientales, les permiten hacer, aquí, lo prohibido en sus naciones de origen. Regularmente, escogen comunidades ricas en recursos naturales limpios: agua principalmente.
Una vez posesionadas del territorio, recurren a sicarios, comunes y oficiales, para evitar ser expulsadas o reguladas debidamente. Aunque los pobladores demuestren estar muriéndose de enfermedades generadas por los contaminantes de la empresa, o prueben ya no disponer de agua para beber o regar sus tierra, serán ignorados, criminalizados, perseguidos o expulsados de sus pueblos. O asesinados, como en Totalco.
Campañas de convencimiento
Con estrategias de mercado, estas empresas despliegan campañas de convencimiento en las comunidades con las cuales interactuarán. Justifican su llegada igual que lo hace un conquistador cuando invade un país: prometiendo bienestar, progreso, empleos y dando regalos (espejitos) a cambio de que el pueblo los acepte en su territorio para llevarse su riqueza (oro). Es costumbre ofrecer obras públicas, centros sociales, mejorar caminos y escuelas. De ese modo, cuando, por ley, se organiza la asamblea para presentar el proyecto, la comunidad lo aprueba. Tal como ocurrió en Palmas de Abajo el 11 de noviembre, donde, en presencia del supuesto dueño de la granja, Manuel Rodríguez, autoridades municipales y pobladores aprobaron el proyecto a mano alzada. Nadie se opuso o cuestionó ese proceso.
Posteriormente, para consolidar su presencia, contratan líderes locales, políticos y autoridades corruptas; y, claro, aprovechan la buena fe de la gente: les funciona bien. En el caso que nos ocupa, la empresa ha bautizado el criadero de pollos con el nombre de la patrona del pueblo las Palmas, (cercano al lugar de construcción): se llamará Granja La Virgen de Guadalupe. Nadie se opondrá al “milagro” de construir 11 naves para albergar, cada una, entre 20 mil y 40 mil pollos. Una industria con ese nombre, necesariamente debe ser BUENA, dirán los guadalupanos; pero, los están engañando.
La realidad
Respecto a la creación de empleos, si acaso ocuparán 8 personas para operarlas ganando el salario mínimo, debido a que este tipo de granjas son automatizadas. Seguramente también ofrecerán suministrar carne buena y barata, diciendo que sus pollos son “tratados humanamente” y alimentados solo con ingredientes naturales, y que se producen de una manera ambientalmente responsable”. Nada más alejado de la realidad. Los pollos, saliendo del cascarón son tirados y arrastrados vivos dentro de contenedores donde muchos se asfixian y mueren triturados accidentalmente o aplastados intencionalmente con mazas si están enfermos o son inservibles. Luego de agonizar por días, mueren con dolores insoportables, parálisis y por no poder alcanzar agua ni alimento. Son aves de raza “broiles” seleccionadas genéticamente para madurar en 40 días, pongan huevos, ser vendibles y llevadas del infierno al matadero.
Debe entenderse que criar miles de pollos requiere el uso masivo de medicamentos genéticamente modificados; vacunas, hormonas, antibióticos (algunos prohibidos) y desinfectantes químicos que propician la contaminación del suelo y mantos acuíferos. Tal cantidad de aves consumirán, además de electricidad, millones de litros de agua para limpieza, consumo y desechar los pollos muertos. Cierto, con los excrementos harán “pollinaza” (fertilizante compuesto de excretas y materiales orgánicos). Pero ese fertilizante usado incorrectamente producirán lixiviados y fosfatos, fuentes de nitratos y arsénico que terminan depositándose en ríos, arroyos y manantiales. Además los fosfatos desarrollan algas bloqueadoras de la luz solar sin la cual, plancton, plantas acuáticas y peces mueren. Los residuos de granjas industriales generan endotoxinas, bacterias, hongos y gases (Amoníaco, sulfuro de hidrógeno, monóxido de carbono, dióxido de carbono, …) contaminando ¡todo! De no hacerse nada, mas temprano que tarde, las comunidades cercanas, percibirán pestilencias, tendrán apagones de luz eléctrica, podrían sufrir enfermedades que antes no padecían: tos permanente, pérdida de cabello, irritación de ojos, sangrados nasales, problemas de la piel y uñas, etcétera, asociadas a los contaminantes. Dijera un lugareño, vendrán “noches tan oscuras como aquellas en las que hasta los coyotes se pierden”.
El agua
Sobre este vital líquido, nuevamente, debe destacarse lo del arroyo aledaño al rancho: será contaminado con los fármacos y químicos utilizados sin control ni vigilancia, pues crean ambientes propicios para el desarrollo de bacterias resistentes, afectando los suministros de agua potable. Justo a escasos cien metros de donde está instalándose la granja, se encuentra la purificadora, “Agua Inmaculada”, empresa local que surte a los pueblos cercanos. Su destino será vender agua contaminada o invertir para tratarla y purificarla, lo cual encarecerá forzosamente su producto.
Miriam Lastiri Rito, en su tesis de doctorado “La irrupción del Neoliberalismo en la Cuenca Oriental, el caso de la empresa Granjas Carroll de México, desde la perspectiva del sistema alimentario capitalista” cita las razones de haberse declarado esa región en “emergencia sanitaria y ambiental” y “zona de sacrificio”. Prueba que las granjas extraen millones de metros cúbicos de agua más de los autorizados y exhibe cifras sobre la hecatombe ecológica que ya viven los pocos pobladores que no han muerto o emigrado de sus pueblos. Ese podría ser el futuro de los paraísos de la costa que aún nos quedan.
Otro ejemplo más reciente, nos remite al señor Carlos Rodríguez Leal, integrante de Movimiento en Defensa del Agua la Tierra y Recursos Naturales. Informó que más de 20 mil campesinos de Tlacotepec de Benito Juárez no tuvieron producción en 2024, debido a que los mantos acuíferos fueron sobreexplotados por las granjas porcinas y avícolas. El 5 diciembre pasado, habitantes de 9 colonias de Tehuacán, Puebla, se manifestaron contra la quema de residuos avícolas a cielo abierto. En esa misma ciudad, pero en 2016, la alcaldesa Rosa López ya había informado que en San Vicente Ferrer la avícola Patsa, generaba contaminación, pues carecía de planta para el tratamiento de aguas residuales afectando la salud de los 9 mil habitantes de esa comunidad.
Fábula de la supervivencia
La siguiente narración es una adaptación de la fábula que intitula este párrafo:
En un crudo invierno, los puercoespines vieron morir por congelación a muchos animales. Para evitar la misma suerte, decidieron unirse. Así, juntos, trasmitiéndose calor uno a otro, todos lograron sobrevivir. Al siguiente invierno, hicieron lo mismo; pero, notaron que se herían con sus púas uno al otro, sin desearlo. Algunos continuaron unidos resistiendo el dolor. Sin embargo, otros se separaron: no aguantaron más. Estos, pronto, dispersados, empezaron a morir congelados. Los que seguían vivos, debilitados, comprendieron que tenían que hacer algo antes de sufrir el mismo destino. Entonces, poco a poco, se empezaron a acercar de nuevo, cuidando no herirse mutuamente. Así organizados, pudieron sobrevivir todos.
Moraleja aventurada
Enfrentar a un enemigo poderoso, requiere de aquella unión basada en el respeto mutuo de las individualidades; tolerar las diferencias y reconocer lo valioso e importante que es el otro para la propia sobrevivencia. Comprender que la indiferencia ante el sufrimiento y muerte ajenos, nos disminuye como humanos.