Hora cero
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Luis Alberto Romero
El resultado electoral obtenido en el proceso de 2024 por el Partido de la Revolución Democrática en Veracruz no fue suficiente para que esta fuerza política mantuviera el registro.
En la contienda por las diputaciones locales, el partido del Sol Azteca apenas superó los 92,000 votos, equivalentes al 2.69%; se quedó lejos del 3% y ello terminó por sepultarle en términos políticos.
Además, en la elección por la gubernatura, el PRD únicamente aportó poco más de 83,500 sufragios al candidato de la coalición Fuerza y corazón por Veracruz, José Francisco Yunes. La contribución del perredismo a dicha causa equivale a menos del 8%.
Ese resultado representó la caída, el desplome y la pérdida del registro de un partido que fue considerado referente de la izquierda mexicana en la última década del siglo pasado y en la primera de los dos mil.
El 19 de septiembre pasado, el Instituto Nacional Electoral (INE) declaró oficialmente la pérdida de registro del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Con esta medida, esta fuerza política también perdió sus derechos y prerrogativas.
En Veracruz ocurrió lo mismo: el partido también perdió su registro; y su dirigencia resintió la pérdida de sus prerrogativas.
A partir de ahí comenzó una historia de rebatiña en el perredismo veracruzano, con la dirigencia estatal peleando por recibir, aunque sea por unos meses más, el dinero producto del financiamiento público a partidos.
Intervinieron en el caso tanto el Instituto Nacional Electoral como la instancia nacional del extinto partido para poner un freno al saqueo; y rescatar los activos, bienes inmuebles y muebles, del partido en Veracruz.
Llegó a poner orden una interventora, que literalmente cerró con candado las puertas del comité estatal del partido, acción que generó la protesta de la dirigencia estatal.
Con el paso de los meses, integrantes de esa dirigencia en Veracruz, la misma que hundió a esta desaparecida fuerza política, están vendiendo muebles del partido, escritorios, sillas, archiveros y demás equipo, al mejor postor.
Es una liquidación de muebles de oficina, muchos de los cuales ni siquiera estaban inventariados.
Ese fue el final de un barco que navegó los mares de la política mexicana durante 3 décadas, para después dar pena y hundirse en esas aguas.
Su dirigencia, mientras el navío hacía agua, se preocupaba más por medrar con las prerrogativas, para después poner los bienes del partido en almoneda.
Desde 2016, hace tres procesos locales electorales, por cierto, los perredistas dieron la espalda a sus dirigentes en la entidad, quienes ganaron algunos cargos de gobierno pero perdieron el partido. La mayoría de los militantes del Sol Azteca terminaron en Morena; y con la desaparición del partido, este año, los pocos que aún quedaban se fueron a refugiar al PRI, su enemigo histórico.
@luisromero85