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Dedico este texto a una mujer admirable, con principios a prueba de fuego y combativa Profesora: Raquel Godinez Solis.
Viendo un vídeo de Peña y La Gaviota sólo pude pensar que en nuestro México hay tanto analfabetismo y analfabetismo funcional, que en política, se crean guiones literarios grotescos, burdos y tan lamentablemente llevados a la vida real; como ejemplo el sexenio de Peña Nieto y La Gaviota, que nos han costado la pérdida de miles de vidas de mexicanos -y mexicanos jóvenes y niños (125 mil muertos. CCNews)- y casi la venta total del país a manos pudientes mexicanas o extranjeras; millones se creyeron los capítulos del guión, algunos por interés porque les pagaron como capataces a unos y a otros como caporales, y a los amos de las empresas los dejaron robar a manos llenas, y cabe mencionar que fueron llamados empresarios en lugar de explotadores, jefes en lugar de amos, empresarios en lugar de ladrones-millonarios con tarjetas de permiso para robar.
¡Vengan a México, es la zona de confort de todo aspirante a criminal o narco! Parecían gritar a los cuatro vientos y nuestra mancedumbre nos caracterizó y nos asignó nuestro personaje en el guión.
El pasado sexenio enmarcado en la frase -que para mi será histórica- “Peña bombón te quiero en mi colchón”, nos alumbra sobre el arduo trabajo que se necesita realizar en esta sociedad: descolonizar la educación y abrir las fronteras de una educación no bancaria, aludiendo a P. Freire, educar para la libertad y ponderando que “La Pedagogía del oprimido deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.” Acude a mi mente la pregunta ¿lo lograremos con Moctezuma Barragán al frente, el especialista y doctorado en dar dádivas al pueblo de México? y me respondo: se logrará si hay docentes que amen su trabajo, si hay docentes que por puro profesionalismo cumplan con su trabajo, si hay docentes que en su resistencia se opongan a la continuidad de las políticas educativas neoliberales, pero que al final todos coincidan en la reeducación de esta sociedad y desde diferentes ángulos, pero con un mismo fin, ejerzan su tarea de enseñaje. No son los programas, somos nosotros y una pizca de rebeldía, ante lo que no funcione en el aula; mientras el país no logre una estabilidad en todos los aspectos, el docente debe cargar su bandera de resistencia ante la imposición de una educación a modo de una clase dominante.
Esta sociedad, antes de analizar a los responsables directos de este caos, de los crímenes cometidos, antes de culpabilizar al gobierno a los gobernantes, criminaliza a las víctimas del politicidio:
-¿Ya viste que lo mataron?.
-Sí, pero para que se junta con esos.
-Y ¿ya supiste que la mataron?
-Para que anda de puta.
Diálogos frecuentes-y otros diferentes pero en la misma tónica- que no criminalizan a los políticos gobernantes y exgobernantes, responsables directos de permitir estos crímenes.
El Estado debe garantizar la vida y la libertad, esto es, la garantía de la seguridad ciudadana: que envíes a tus niños a la escuela y los criminales no te los roben para el comercio de órganos, para la trata de blancas o para sus ejércitos clandestinos, que los jóvenes puedan pasear en las orillas de las playas a las 11 o 12 de la noche, como antes lo hicimos nosotros con nuestros amigos, sin el peligro de que nunca regresen a casa y pasen a formar parte de una estadística..
Antidemocracia, antilibertad, antivida, antihumanidad, antimedioambiente, antiamor-bondad, marcaron a ese sexenio dictatorial de Peña Nieto y La Gaviota y a los que le precedieron.
Y mientras esta sociedad no permita abrir espacios para la critica y sólo los abra para las descalificaciones, mientras esta sociedad sólo abra espacios para el entendimiento de nuestro contexto individual y no para entender un poco el sufrimiento de las víctimas por los distintos crímenes y violaciones en los que fueron lacerados y se personalice todo lo que se conozca, lea o escuche, difícilmente avanzaremos como sociedad en los distintos espacios que nos ofrece ésta.
Es sólo un punto de vista personal.
María Antonia Jiménez Estrada
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