Días de Muertos: patrimonio cultural de la humanidad.
Jorge Salazar García. 2/11/2025
La idea de la Muerte, generalmente, es un pensamiento traumático. Pensar en ella angustia, convoca al silencio, al recogimiento, al misticismo o a la extroversión burlesca. En las culturas madre (como la mesoamericana) morir era considerado una parte de la vida que permite el cambio y la evolución. Buscando respuestas a las preguntas del porqué morimos o qué hay después de la muerte, se construyeron cosmovisiones donde no se concibe sufrir después de ella. La visión de los aztecas, la registró el fraile franciscano Bernardino de Sahagún (1499-1590) en sus memorias. En la obra “El México Antiguo” (1938) se relata que los mexicanos daban “solemnidad y gravedad a los momentos cruciales de la vida” tales como nacer, llegar a la madurez, casarse, concebir, sembrar, cosechar, hacer la guerra y por supuesto, morir. Esta última, destaca el fraile, no representaba oscuridad ni castigo como en el viejo mundo, pues la consideraban un suceso natural necesario para la vida misma. En la obra “Los antiguos mexicanos a través de sus cantos y cantares” (Miguel León Portilla, 1961) se asienta que el indígena, derivado de sus “reflexiones profundas acerca de la existencia”, excluía el miedo a morir porque “todo está sometido al cambio” y la muerte lo es. Por ello, cada año realizaban ceremonias en los últimos días de octubre y los primeros de noviembre con el propósito de reencontrarse con sus muertos.
Días de Muertos.
A pesar del etnocidio perpetrado por los conquistadores, algunos saberes, creencias y tradiciones prehispánicas sobre la muerte prevalecieron. La bellísima celebración de los “Días de Muertos”, admirada en todo el mundo, es tal vez la más conocida; al grado de ser proclamada en 2003 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” y en 2008 Patrimonio Cultural Inmaterial. Alemania, es otro país donde se admira esta tradición mexicana: en el Foro cultura Humboldt, situado en el centro de Berlín, se realizan actividades relativas a los “Días de Muertos” del 31 de octubre al 2 de noviembre. Nuestra tradición llegó a China, este año, tres ciudades (Pekín incluido) fueron vestidas con flores de muerto y calaveras para rendir homenaje a un país que enseña a “celebrar la vida a través de la muerte”, dijo el ministro de cultura.
Este ritual, en su forma más pura, comienza el 28 de octubre esperando recibir a los espíritus de los fallecidos de manera trágica; el 30, se espera a los “limbitos”–niños que murieron sin haber sido bautizados–. Finalmente el 1 y 2 de noviembre llegan los niños y adultos, respectivamente. Se les espera con altares adornados de flores de Cempazúchitl, canastitas de cartón, papel picado y colocando objetos personales del difunto. Allí se les ofrenda el sabrosísimo chocolate, el glorioso pan de muerto, tamales, mole y los deliciosos dulces de jamoncillo, ate, membrillo, pepitoria, natillas, tejocote, calabaza y camote. Por supuesto no falta el agua, champurrado, atole, pulque, aguardiente, tequila y cerveza. Con esta conmemoración, ligada al respeto, la solidaridad y el amor filial se cree conectar el alma de los difuntos que visitan a los vivos. Esta fiesta lleva algarabía a los mercados populares rebosantes de olores y colores. La gente los recorre comprando frutas, tamales, dulces de temporada y otras delicias. Las risas de los niños se confunden con las voces de los marchantes que regatean un precio “justo” por su mercancía.
Las calaveras
Si bien es cierto que fue el grabador Guadalupe Posadas quien popularizó la representación chusca y crítica de personajes (La Catrina) como esqueletos vivientes, ya en los códices y vestigios arqueológicos aparecían cráneos y calacas. Dado su fanatismo religioso, los españoles desvirtuaron esa exhibición de cráneos (Tzompantli) y restos óseos (omítl) adjudicándole propósitos sanguinarios y de crueldad. Ignoraban que mostrar así a los fallecidos tenía una razón mística de purificación. Se les despojaba de la sangre, carne y vísceras, consideradas impurezas, para regresarlas a la tierra, pagando así la deuda contraída por haber recibido sus bienes. Los sacerdotes entregaban a los dioses sólo la calavera para que formara parte de la estructura permanente, como piedras que sostienen lo blando del mundo. El alma, dependiendo de la causa de muerte, tenía un destino predeterminado. A quienes morían de enfermedad, se les acompañaba mientras superaban los NUEVE niveles que conducían al Mictlán (lugar de los muertos) donde eran recibido por Mictlantecuhlti (Dios del inframundo) y su mujer Mictecacíhuatl. Si morían fulminados por un rayo, ahogamiento o la guerra; entonces su destino era el Tlalocan (paraíso).
Halloween
Durante los siglos IX y X, los papas Gregorio IV y V, respectivamente, instituyeron el All Hallows’ Eve (víspera de todos los santos) con el propósito de combatir el “paganismo” celta de rendir culto a la naturaleza. Dicha estrategia evangelizadora se trasladó a México (1521) donde también se ligaba la muerte con lo natural; no con el pecado o castigo divino. Afortunadamente, la tradición de conmemorar a los muertos venció el propósito clerical de sustituirla con los llamados “Días de todos Santos”. Aunque se combinaron prevaleció la esencia de nuestras raíces e identidad, hasta lograda la Independencia, cuando los embates contra la costumbre indígena de “Días de Muertos” provinieron de los filibusteros yanquis quienes para despojarnos del territorio necesitaron despojarnos de nuestra identidad nacional. Desde entonces el Halloween yanqui casi desplaza la celebración de Días de Muertos en algunos lugares del país. Gracias al apoyo de los gobernantes educados (neoliberales) en Harvard se auspició en la educación básica la celebración del Halloween, relegando la indígena. Poco les importó que especialistas de la conducta demostraran que dicha costumbre moldea en los niños personalidades consumistas, egoístas, malinchistas y egocéntricas. La siguiente tabla muestra algunas diferencias que las separan.
| DIÁS DE MUERTOS | HALLOWEEN |
| La muerte es natural: es cambio y transición. | La muerte es castigo: es oscuridad y vacío. |
| Reafirma el sentido comunitario y de identidad | Fomenta un sentidos malinchista |
| Trasciende los aspectos materiales | Se centra en el consumismo. |
| Propicia emociones positivas: amor, respeto. | Induce el mal, superstición, miedo, burla y chantaje. |
| Es una expresión cultural viva, sustentada en la pluralidad étnica | Es una creación mercantil sustentada en el individualismo anglosajón |
| Enaltece la comunicación y la colaboración. |
Vanaliza y convierte a la muerte en fuente de terror. |
| Abraza y comparte el dolor ajeno | Desfigura el significado de la vida y de la muerte |
Por si lo anterior fuera poco, el Halloween también afecta la economía nacional, pues fomenta el consumo de bebidas, comida chatarra y productos extranjeros durante la “Noche de brujas” (octubre 31).
Nacionalismo mexicano
Con la 4T llegaron condiciones favorables para descolonizar a México de la cultura chatarra norteamericana. Desgraciadamente se desaprovecharon pues mantuvieron la esencia neoliberal en la educación básica. En algunos contenidos de la Nueva Escuela Mexicana se mantienen ejes mercantilistas que anulan la fracción II del artículo 3º constitucional, donde se establece que la Educación debe contribuir a la “mejor convivencia humana”, a fin de fortalecer el aprecio y respeto por la diversidad cultural, la dignidad de la persona, la integridad de la familia…”. Aún se propicia el mercantilismo y el negocio como “valores” formando seres codiciosos, prepotentes, racistas, superficiales, adoradores de la violencia y cuyas metas más ambiciosas son poseer armas, mujeres y dinero de la manera más rápida posible y sin esfuerzo, pues desprecian el trabajo. Y claro, despreciando nuestra cultura y tradiciones. Gracias a la película yanqui “COCO y ciertos políticos nacionalistas, actualmente, resurge la alegre celebración de “Días de Muertos”.
Últimas reflexiones
Nuestra tradición no debe combinarse con la de Halloween porque se cosifica y trivializa. Lo aconsejable es reafirmar los aspectos dignos de ser conservados y transmitidos a las nuevas generaciones. En lugar de sentir vergüenza por lo nuestro, ese festejo indígena debiera llenarnos de orgullo. Es una forma de resistir al despojo y una oportunidad de ser verdaderamente prósperos con lo propio. Esto implica practicar esta tradición haciendo partícipes a los hijos y nietos. Informarles, por ejemplo, que en algunos lugares de México, los chicos salen a pedir ofrenda (calavera) para su difunto, sin amenazar. Así pueden ofrendar alimentos a sus muertos, que no podrían adquirir debido a su pobreza. Comentarles que Halloween es la fiesta más importante de los satanistas (31/10) cuyo fin es normalizar emociones negativas.
Finalmente, parafraseando la canción “La calaca flaca” de José Hernández, interpretada por Oscar Chávez (https://www.youtube.com/watch?v=PZmjppg_jto): a los lectores yo les pido una disculpa, si es que meto la pata; púes aún con todo y cambio de régimen, el obrero gana el pan con el sudor de su frente para que sus hijos coman; aunque no lo suficiente, mientras muchos abusivos viven violando las leyes, ganando lo que ellos quieren por andarse haciendo güeyes”.



