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Jorge Salazar García. 12/10/2025
Durante la década de los 60s la CocaCola desplegó una poderosa campaña propagandística para inducir su consumo en las clases populares. A los barrios pobres enviaban camiones rojos cerrados invitando a la gente a ver películas gratis y participar en rifas. Para quienes carecíamos de luz eléctrica y agua entubada, esto era una gran fiesta. Después de colgar una manta blanca (pantalla) de un poste, sacaban un proyector y comenzaba la función. No exagero diciendo que los mayoría de los menores asistentes conocimos de esa manera el cine, nadie tenía televisión. Entre los cortometrajes del Gordo y el Flaco, Charles Chaplin, el llanero solitario y caricaturas de Mickey Mouse, el Gato Félix, etcétera, intercalaban concursos y promociones. Por un puñado de corcholatas, por ejemplo, daban llaveros, destapadores, charolas, vasos y otras cosas con el logo y/o forma de ese producto. Por supuesto, tambiém regalaban CocaCola en vaso. Recuerdo que en las posadas los adultos hacían cubas (aguardiente más CocaCola) en grandes ollas de donde todos se servían. A los niños nos daban ponche o agua de frutas y, si alcanzaba, un vaso con pepsi o coca. Aquellas visitas propagandísticas y estas fiestas anuales eran las únicas oportunidades de tomar refresco. Ninguno amigo se volvió adicto a esa oscura bebida pues en nuestras casas siempre tomamos agua natural y el dinero apenas alcanzaba para comer. Aquella propaganda sembró en mi cerebro que dicho líquido era bueno. Tal idea cambió cuando pude leer al gran caricaturista Rius (Eduardo del Río), autor de la revista “Los supermachos” (1965) , “Los agachados“ (70s) y decenas de libros que me hicieron comprender que beber Coca era perjudicial y que al gobierno poco le importaba la salud del gobernado. De hecho, el estado daba plena libertad a televisoras y empresas para posicionar la idea en los niños de que consumir Coca daba estatus, energía y felicidad. Incluso, en las escuelas públicas permitió sustituir el agua y alimentos tradicionales por las “aguas negras del imperio” y sus productos chatarra (PCH) causantes de las pandemias que hoy tiene al sistema de Salud Pública colapsado, incapacitándolo para atender a millones de mexicanos afectados por enfermedades metabólicas derivadas de la ingesta de esos venenos. Dolores Rojas, coordinadora de campañas de OXFAM calificó a México como una fabrica de anémicos y obesos.
En este artículo se expondrán datos de investigaciones que permiten saber cuánto gasta una familia en el consumo de esas bebidas; de qué nivel es la crisis de salud y cómo enfrentan el gobierno y las corporaciones esta tragedia nacional.
Estadísticas de miedo
Investigaciones profesionales han probado que los adictos a los refrescos y PCH son los más propensos a padecer enfermedades relacionadas con el excesivo consumo de azúcar, tales como la obesidad, anemia, diabetes, cardiopatías, nefritis, etcétera; las cuales, son ya la principal causa de muerte en México. Sólo para tener una idea de la gravedad del asunto, citemos que en 2015 especialistas del Centro Médico Nacional 20 de noviembre informaron que el 76.3 % de los derechohabientes del ISSSTE desarrollaron la obesidad. En el IMSS el asunto es peor.
Obviamente estas cifras sobre el consumo de refrescos son mayores debido a que provienen de la misma CocaCola. En 2011 publicó que consumimos un promedio de 172.3 litros anuales por persona. Para 2025 el promedio subió a 180 litros. Allí donde se defiende el agua, la tierra y sus recursos naturales el consumo es descomunal, como si se hubiera programado un exterminio. Por ejemplo, en Chiapas, mientras se limitaba el acceso al agua a los indígenas el gobierno permitió que la CocaCola se regalara en las tiendas CONASUPO. Fueron criminalmente exitosos: hoy cada chiapaneco consume ¡821 litros! anuales en promedio y parece no haber un indígena sin diabetes o anemia.
Historia negra
En el siglo XVIII el consumo promedio per cápita anual era de 4 kilos de azúcar. Después de 300 años dicho promedio creció 875%, alcanzando 35 kg en 2012. Siete años después el consumo subió 300% (88 kilos). De sostenerse este ritmo hasta 2033, se superará lo incrementado en tres siglos. Lo más grave de todo es que esos 88 kilogramos rebasan 926 % el máximo establecido por la OMS como saludable, que son 10 kg. Los cuales repartidos en 365 días equivale a consumir cerca de 30 gramos diarios o 6 cucharadas de azúcar para niños-adolescentes (adultos, 9 cucharadas). Con los 88 kg el mexicano está consumiendo 241 gr o 48 cucharadas diarias. Esto significa ingerir ¡400 % más azúcar de la necesaria! Y eso sin tomar en cuenta los demás productos elaborados con harinas, sales y azucares refinados ofrecidos por Barcel, Marinela, Bimbo, Danone, Herdez, Nestlé, PepsiCo, Unilever, etcétera. En esta liga, si le interesa podrá ver cómo nuestro organismo metaboliza el azúcar (https://insurgenciamagisterial.com/consumo-suicida-de-azucar-refinada/). Desde el oficialismo se acepta que para el 2030 la mitad de la población mexicana morirá de enfermedades generadas por los venenos blancos refinados.
Colusión empresas-estado
Según el Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico), integrado por las empresas mencionadas, el mexicano gastó en 2023 el 34% de su ingreso familiar en la compra de sus artículos generándoles 1.5 billones de pesos de ganancias. Este asombroso rendimiento explica por qué financian campañas, compran políticos, cabildean legisladores y compran voluntades. Cualquier partido que gobierne termina cooptado: el PRI les hizo reformas estructurales privilegiando sus intereses. El PAN, con Fox, las apapachó colocando a Cristobal Jaime Jaques (exdirector de la Coca) en CONAGUA desde la cual triplicó las concesiones (privatización) de agua a esa empresa. Por esa causa, lugar donde se instalan, saquean y sobreexplotan y contaminan impunemente el vital líquido llevando devastación al campo y obligando a campesinos a sustituir el agua por refresco. También en Morena se protegen sus privilegios; con testaferros enmascarados de antineoliberales como Mario Delgado (MD), secretario de Educación Publica y otros políticos hacen ineficaces impuestos, programas educativos y lineamientos destinados a reducir el consumo de azúcar.

Lineamientos inocuos
Ni López Obrador ni su sucesora han controlado los privilegios de esas empresas; al contrario, se los incrementaron dándoles derecho de picaporte en palacio. Actualmente, Sheinbaum permitió, mediante MD, participaran en la implementación de los “Lineamientos Generales” que prohíben la venta de refrescos y comida chatarra en las escuelas, haciendo a un lado la recomendación de la ONU de que las empresas no deben participar, “financiar, patrocinar o interferir en el diseño y evaluación de políticas alimentarias” debido a que su interés son las ganancias no la salud de nadie. Posiblemente, al presidente de ConMéxico, Alejandro Pintado se le garantizó una aplicación inocua de la nueva ley de aguas y de los lineamiento que establecen, por ejemplo, que a partir del 29 de marzo pasado, quien venda esos artículos pagará una multa de 10,900 o 109 mil pesos (reincidentes). De otro modo no se explica la felicidad de los señores chatarreros por “sumar esfuerzos” donando básculas, lentes y compartiendo información científica “sobre alimentación y salud en los planteles escolares”. ¿En serio los engordadores de niños sumarán esfuerzos? Primero los hinchan de calorías, azúcares, grasas saturadas y sodio, y después los adelgazan. ¿Así funcionará el acuerdo?
Juntos, autoridades sanitarias y empresario codiciosos, según Alejandro Calvillo (El Poder del Consumidor, 2016) ocasionan un elevado costo social y económico. Calvillo afirmó que en 2015 la CocaCola financió la fundación de Global Energy Balance, para deslegitimar los estudios científicos causa-efecto probando que beber refrescos y comer chatarra ocasionan obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Respecto a los impuestos, se ha demostrado que no inhiben el consumo y nadie vigila se destinen a la salud: se pierden por la corrupción propiciada desde las corporaciones que “moldean el sistema político y económico, conforme a su propio interés” (Anna B. Gilmore, investigadora de la Universidad inglesa de Bath). La 4T cedió ante ellas, no obstante haberles ganado los amparos promovidos para oponerse a la aplicación estricta del programa Vida Saludable de la Nueva Escuela Mexicana (NEM). Consecuentemente, la regulación de la “comida chatarra” incluida en la Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso, Obesidad y Diabetes será ineficaz. La ausencia de coordinación entre instituciones y autoridades es sistémica, ni siquiera conectan, por lo menos, los programas “vida saludable” y “sembrando vida”.
Mario Delgado y la presidenta debieran recordar la fábula de Esopo sobre la Tortuga y el Escorpión, podría hacerles ver que acercarse a los arácnidos vestidos con piel de oveja, conduce a la tragedia.
Esa fábula cuenta que un escorpión le pide a una tortuga que lo ayude a cruzar un río, prometiendo no picarla. La tortuga, a pesar de las dudas, accede a la petición, pero al llegar a la orilla el escorpión la pica. Ante el reclamo de la tortuga sobre el porqué lo hizo, el escorpión responde: “es mi naturaleza, no puedo evitarlo”.
La moraleja principal es que hay personas cuya maldad es inherente a su ser, y no cambiarán, incluso si uno los ayuda.
¿Es así como no regresaremos al modelo neoliberal Sra. Presidenta? ¿Ayudando a los alacranes?