*Misa, comida, anécdotas y quizá “cáscara”
Por Noé Flores Cortés
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Quizá no haya tiempo para la cáscara, sobre todo por el mal tiempo y lo pésimo que se encuentran casi todos los terrenos de juego, pero lo que si habrá es el festejo del Día del Árbitro.
Este 12 de octubre, como cada año, los silbantes estarán de manteles largos; existen esquís cantidad de colegios, asociaciones y grupos independientes de silbantes de futbol; todos estarán de manteles largos.
En el último censo realizado hace unos tres años, cuando atinadamente Ernesto Degasperín Limón, futbolero de corazón decidió agasajar a los silban-tes entregando despensas en la recta final de la pandemia, evento en el que algunos se “colgaron”, se habló de más de 300 silbantes.
Todos estarán de festejo, algunos anunciaron una misa, la foto oficial, la cáscara y una rica comida para disfrutar todos en familia y ahí recordar las mil y una anécdotas que ha vivido cada uno de los silbantes.
Y es que cada ocho días los árbitros viven diferentes aventuras donde tienen que sortear más y un obstáculo para hacer su trabajo, casi siempre imcomprendido.
Me ha tocado narrar muchos juegos desde el terreno de juego, en la media cancha, teniendo cerca a las dos bancas, a los dos técnicos y en muchas ocasiones a aficionados de los dos equipos.
Al silbante no le dejan hacer su trabajo, le protestan TODAS, si TODAS las jugadas, de un lado y otro y en ocasiones a pesar de que la marcación se ha realizado a favor del equipo que reclama, la protesta sigue.
El árbitro tiene que ser más que juez, tiene que ser hasta psicológo para poder entender que 22 jugadores con diferente mentalidad van en busca no so-lo de ganar el juego; sobrellevar el partido y sacarlo adelante, no es fácil, por ello, hoy en el Día del Árbitro (12 de octubre), solo debo decirles: MUCHAS FELICIDADES.