[vc_row][vc_column][vc_column_text]
Las víctimas, que huían de la pobreza en El Salvador, tenían papeles para estar en México, pero trataron de cruzar el río para llegar a Estados Unidos.
Alberto Pradilla/ Animal Político
Wendy Martínez Ramírez, de 28 años, es hermana de Óscar Alberto y tía de Angie Valeria, los dos migrantes salvadoreños que murieron este 23 de junio cuando trataron de cruzar el Río Bravo a la altura de Matamoros, Tamaulipas.
La última vez que habló con su hermano fue el domingo.
“Tenía dos meses de estar en México. Estaba contento porque había recibido papeles. La idea era permanecer allí, pero luego cambió de opinión”, dijo en conversación telefónica desde San Martín, un municipio aledaño de San Salvador.
Óscar Alberto Martínez Ramírez, de 25 años, y su hija Angie Valeria, que estaba por cumplir dos, se ahogaron al intentar alcanzar Estados Unidos. Con ellos se encontraba Tania Vanessa Ávalos, de 21 años, esposa y madre de los fallecidos.
Los tres habían obtenido una visa humanitaria para estar en México. Sin embargo, su objetivo era pedir asilo en el norte. Nunca llegaron a presentar los papeles. La frontera está colapsada y los funcionarios estadounidenses reciben a los solicitantes a cuentagotas. Por eso, familias como la de Óscar, Tania y Valeria se ven obligadas a pasar meses en los albergues de los estados norteños como Tamaulipas.
Según relató la sobreviviente a sus familiares, perdieron la paciencia y trataron de cruzar un río que, en los últimos días, viene especialmente caudaloso a causa de las lluvias.
Óscar cruzó primero a su hija y regresó a por su esposa. Cuando se alejó vio que la pequeña se había lanzado al agua. Regresó para salvarla y la corriente los arrastró a los dos. Los encontraron boca abajo, ahogados, con Valeria abrazada a la espalda de su padre.
“Iba en busca del sueño americano, como tanta gente”, dice Wendy, la hermana, todavía en shock desde que su cuñada Tania le llamó con el terrible mensaje: “Óscar está muerto. Se ha ahogado”.
La noticia fue un durísimo golpe en la casa de San Martín donde residen Wendy y su madre, Rosa María.
La imagen de Óscar y Angie Valeria en el agua, boca abajo, flotando inertes, se ha convertido en símbolo del horror en la migración hacia Estados Unidos. En septiembre de 2015, el cuerpo sin vida del pequeño Aylan Kurdi, encontrado en las costas de Turquía, representó a los cientos de personas que se dejaron la vida al tratar de cruzar el Mediterráneo. Ahora Óscar y Angie Valeria, abrazados en el agua, son la imagen de la Centroamérica que muere buscando una vida mejor.
Óscar y Valeria son un símbolo de políticas crueles e inhumanas, pero para Wendy, son su hermano y su sobrina que no regresarán a casa.
“Él no tuvo nunca problemas de nada. Era una de esas personas a las que no les gusta meterse en problemas”, dice sobre su hermano.
Leer: 15 mil elementos de la Guardia Nacional impedirán el cruce de migrantes hacia EU
San Martín es un lugar de esos en los que, aunque intentes escapar de los problemas, los problemas pueden ir a buscarte a la puerta de tu casa. Se trata de un municipio cercano a San Salvador, a 25 kilómetros del centro de la capital. En sus calles operan tanto el Barrio 18 como la Mara Salvatrucha (MS-13), las dos grandes pandillas que están en el origen de muchas de las migraciones hacia Estados Unidos.
Óscar, sin embargo, escapaba de la pobreza, que también es una terrible amenaza en El Salvador, Honduras o Guatemala.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]