[vc_row][vc_column][vc_column_text]¿Por qué las cosas son como son? Y no de otra forma.
El hartazgo y las quejas sociales son cada día más fuertes sobre temas de inseguridad, corrupción y violencia, que rebasa a cualquier autoridad y gobierno, pero…
¿De dónde procede este fenómeno social?
En primer lugar tenemos la naturaleza humana, que implica para nuestro nacimiento y desarrollo en la vida, la sobrevivencia y subsistencia de uno mismo; llorar es el primer signo de necesidad y subsecuentemente aprendemos sobre la individualidad y la pertenencia, podemos observar a las niñas y los niños que pueden ser y ejercer la barbarie, máxime si está de por medio un dulce o un juguete, en esto hay que ser claros y precisos, según Freud estamos en la etapa del “ello”, un estado de animalidad que se desarrolla en la niñez hasta la comprensión de la individualidad; la educación de los padres y de los seres cercanos transforman al ser en el “Yo”, donde la niña y el niño comprenden en cierta manera el mundo, pero donde se colocan a aprender su rol y estatus en el contexto familiar y, posteriormente, en el “Súper yo” comienza la comprensión más allá de su propio mundo; en esta etapa comprende el mundo de los demás y le debería permitir lograr racionalizar sus actos y sus sentimientos por valores más sublimes que le determinen hacer una escala de los mismos, esto le determine la creación de moralidad y así aterrizar una ética que permitirá lograr ciudadanos de y con respeto a sí mismos y sus semejantes.
En un segundo análisis consideraría necesario establecer la “Teoría del bigote” que establece sobre 30 años hacia atrás las conductas de los hijos eran supervisadas y sancionadas por los padres, cualquier cosa que hiciera un componente de la familia resultaba perjudicial al núcleo, de tal manera que los tratos de aquellos tiempos eran de palabra -de bigote-, ya que no se comprometía Juan o Pedro, sino se comprometía un apellido que involucraba a no ser juzgados socialmente, al descrédito por dudar de su palabra.
El individualismo es uno de los fenómenos sociales que permiten el prolifero crecimiento de delitos y corrupción en primer grado, al considerar el individuo que su actuar no afecta a su familia ni a los seres que le rodean, de tal suerte que le es permisivo realizar conductas fuera de la ley.
Un tercer elemento es sobre la jerarquía externa, y esta comienza cuando los padres no logran educar y establecer el respeto jerárquico, y es aquí donde se genera un problema en cascada, si los hijos no ven una figura jerárquica de respeto en los padres, menos tendrán respeto a los maestros y consecuentemente tampoco habrá un respeto hacia las instituciones y autoridades.
Con lo expuesto no pretendo justificar la violencia, la corrupción y el estado de derecho fallido, pero sí es necesario establecer que la forma de transformar este País es mediante la consciencia propia y aplicado a las personas que nos toca educar; tomando el principio que la mejor forma de educar es mediante el ejemplo más que con palabras.
Hagamos juntos una verdadera transformación.
Juez Juan Carlos Ortiz Romero.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]