Una figurita de una mujer canosa, con lentes, que sostiene una tabla para hacer anotaciones y rodeada de lo que parecen ser estrellas de mar.
Con eso se encontraron los internautas que este 7 de noviembre ingresaron a Google para buscar alguna información en internet.
La tecnológica homenajea así a la bióloga argentina Irene Bernasconi, fallecida en 1989 y quien, tal día como hoy hace 54 años atrás, se convirtió en la primera mujer en liderar una expedición científica a la Antártida.
Inmersión en la historia
Nacida en La Plata, el 29 de septiembre de 1896, la investigadora se formó como profesora de Ciencias Naturales, título que obtuvo en 1918.
Y aunque inició su andadura profesional como docente de secundaria y en universidades, a principios de los años 20 se unió al Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), donde empezó a investigar a los moluscos e invertebrados marinos, a los que dedicó el primero de los cerca de 70 trabajos y publicaciones que realizó a lo largo de su carrera.
Durante 55 años recorrió las costas argentinas y dio a conocer numerosas especies. Aunque para hacer esto debió costearse ella misma las expediciones o recaudar los fondos, porque durante la primera mitad del siglo XX las mujeres no participaban en estas labores, recordó el diario argentino La Nación en el artículo que le dedicó en 2021.
A lo largo de su carrera, Bernasconi describió varios géneros y especies nuevas, y también revisó la taxonomía de varias familias de estrellas de mar, incluidas Pterasteridae, Luidiidae, Odontoceridae, Gonisasteridae, Ganeriidae, Asterinidae y Echinasteridae.
La oportunidad de oro
En 1968, con 72 años, a Bernasconi le llegó el momento que había esperado toda su vida: la oferta de liderar una expedición a la Antártida.
Pero la bióloga no fue la única mujer. A ella se le sumaron la bacterióloga María Adela Caría, la también bióloga marina Elena Martínez Fontes y la especialista en algas Carmen Pujals. Con el paso del tiempo fueron bautizadas como “Las cuatro de Melchior”, debido a la base donde estuvieron trabajando en condiciones extremas.
La misión tenía por propósito recolectar flora y fauna la zona. Así tras recorrer casi 1.000 kilómetros en bote recabaron unos 2.000 especímenes de equinodermos (estrellas de mar), algunos jamás vistos hasta ese momento. También recolectaron cientos de muestras de vida vegetal y animal.
Antes de ponerse a explorar, Bernasconi, sus colegas y los 12 hombres que las acompañaron debieron dedicar algo de su tiempo a adecuar la Base Melchior, donde estarían estacionadas. ¿La razón? Las instalaciones, ubicadas en la isla Observatorio, fueron inauguradas por la Armada argentina en 1947 habían sido clausuradas en 1962 y se encontraban en muy mal estado para el momento en que arribaron.
Pese a los riesgos que suponía el viaje, las mujeres aseguraron en su momento a la prensa que anhelaban ponerse en marcha cuánto antes. “Lo hemos deseado toda la vida”, declararon en su momento las expedicionarias.
El equipo de buceo realizó 47 inmersiones, algunas de hasta 73 metros de profundidad, en busca de los organismos que habitan en el lecho marino. Estos números supusieron un récord para la época, recordó el Ministerio argentino de Relaciones Exteriores en un comunicado publicado en 2018.
La proeza jamás pasó desapercibida. Y en 2018, al cumplirse los 50 años de la excursión, el Servicio de Hidrografía Naval decidió rebautizar cuatro puntos de la zona argentina de la Antártica como Ensenada Pujals, Cabo Caría, Cabo Fontes y Ensenada Bernasconi, en homenaje a las pioneras.