Debo una explicación a la audiencia y a mis lectores por la suspensión tanto de mi programa en El Once como de mi columna en La Jornada.
Colaboré durante 16 años en La Jornada, sin faltar una sola vez a la cita con mis siempre generosos y críticos lectores. Aquí el contenido de mi última columna, sobre la errónea conducción de Morena Sí por Mario Delgado Carrillo, motivo de la suspensión de mis colaboraciones: https://www.jornada.com.mx/2022/07/11/opinion/018a2pol
Llegar al Canal Once en 2019 fue un sueño hecho realidad. Después de 11 años de una brutal censura en radio y televisión por el despótico régimen neoliberal, contar con un espacio televisivo para expresarme libremente y defender la causa de la transformación social fue una verdadera hazaña.
Aquí mi último programa con Canal Once, una entrevista con Paco Ignacio Taibo II sobre la situación en Morena, que desagradó a más de un par de escuderos de la simulación: https://youtu.be/iY1vvAHzXYY
Tanto mi programa como mi columna tenían audiencias amplias y consolidadas, con cientos de miles de espectadores y lectores semanalmente. Durante los últimos meses he esperado pacientemente para que se reactiven mis colaboraciones. Me negaba a aceptar la dura realidad. Pero ha llegado el momento de abrir los ojos.
Es cierto que la Cuarta Transformación no censura a los periodistas o a los voceros de la derecha. La oposición conservadora hoy goza de una libertad de expresión inédita en los medios privados e incluso cuenta con una presencia importante dentro de los públicos.
Sin embargo, la misma tolerancia al parecer no aplica para los críticos internos que luchamos por la democratización de Morena y el poder de las bases. A quienes tenemos la aspiración de ejercer la política de otra manera nos tildan de “traidores” y nos llaman “divisionistas”.
Esto no es un fenómeno aislado. Así como a mí me cancelan espacios periodísticos, a lo largo y ancho del país los obradoristas más comprometidos sufren despidos, amenazas, allanamientos y escarmientos con el fin de castigarlos por su digna rebeldía en contra de la reproducción de las más rancias prácticas del viejo régimen en el seno del partido de la Cuarta Transformación.
Estoy acostumbrado a los embates del poder. Durante los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se me iban eliminando los espacios periodísticos uno a uno con el fin de callarme y excluirme del debate público. Me acosaban en las redes sociales y me amenazaban de muerte. Pero jamás imaginé que algo similar podría ocurrir dentro del marco de una Cuarta Transformación a la cual he entregado literalmente la vida durante las últimas décadas.
No me preocupa tanto perder espacios. No tengo la menor duda de que con el generoso apoyo de los amigos y la amable atención del público encontraremos y construiremos nuevas vetas para la libre expresión, incluso más potentes, en el futuro próximo.
Lo que sí duele, sin embargo, es la mezquindad, la ingratitud, la simulación, la envidia y la xenofobia que nos han llevado a este punto, esa “jauría de mentiras” en la cual tristemente participan muchos camaradas de lucha que antes defendieron un proyecto de transformación y que hoy sólo defienden sus nuevos privilegios.
Hoy me silencian porque digo verdades que duelen y construyen. Así que la mejor forma de responder es redoblando la lucha y reiterando esas verdades tan incómodas:
El futuro de la Cuarta Transformación depende de la consolidación de un movimiento-partido fuerte con un firme arraigo en la sociedad. Solamente así podremos evitar la revancha de las fuerzas conservadoras. Al pisotear a las bases y eliminar la democracia interna del partido, la actual dirigencia de Morena le está haciendo el juego a la derecha y preparando el terreno para la eventual derrota del Obradorismo.
Al principio de la Revolución Mexicana, Francisco I. Madero cometió el error de privilegiar las alianzas con las fuerzas armadas y los poderes fácticos del viejo régimen por encima de la cercanía con los luchadores sociales y los movimientos populares que habían hecho posible su triunfo.
Nuestra Cuarta Transformación no puede permitirse el lujo de repetir el mismo yerro histórico. Todos y todas lo lamentaríamos durante siglos. Actuemos ahora antes de que sea demasiado tarde.