Jorge Salazar García.
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Si atendemos el significado estricto del sustantivo “colapso”, atribuirlo a lo que ocurre en el sistema de salud es, sin duda, exagerado; pues ninguna de sus problemáticas ocasionaría, por si sola, la “ruina o destrucción” de la institución. Cuadra mejor el término “crisis” (intensificación brusca de un síntoma) proveniente del sentir de los pacientes que sufren las consecuencias de un pésimo servicio que los lleva, incluso, a recurrir al amparo indirecto para ser debidamente atendidos. Otros realizan manifestaciones o denuncias públicas para expresar su queja sobre el suministro de insumos básicos, medicinas, equipamiento, químicos, laboratorios, quirófanos, suspensión de salarios, cargas laborales excesivas, etcétera. Si bien, en términos generales no es un colapso, es innegable que partes del sistema pueden dejar de funcionar temporalmente. Luego entonces, lo urgentemente procedente es atender las crisis recurrentes derivadas de licitaciones irregulares, falta de transparencia, empezando por investigar las empresas fantasmas de subrogación ligadas a funcionarios y farmacéuticas.

¿Enfermedad incurable o fracaso anunciado?
Es un hecho, 7 años no han bastado a Morena, ya no digamos curar, sino aliviar a México de la corrupción e impunidad. No ignoran que son enfermedades que se retroalimentan, si una se agrava la otra se fortalece: a mayor impunidad mayor corrupción y viceversa. Sobre este aspecto, Transparencia Internacional, que mide los niveles de corrupción en los países, informó que México perdió 5 puntos (31-26) respecto a 2022. Dinamarca, por ejemplo, obtuvo 90 de 100 posibles (a mayor puntaje menos corrupción). Morena sabía de esas enfermedades crónicas, tanto que siendo oposición además de calificarlas como estructurales, se comprometió combatirlas, y lo hizo. ¿Qué pasó entonces?
Aventuremos dos respuestas: no pudo porque su origen es cultural (Peña Nieto la justificó cínicamente diciendo que era parte del modo de ser del mexicano) o la 4T fue vencida por el poder económico y militar. Debe reconocerse que el régimen lo intentó en los primeros tres años aplicando los planes y programas diseñados exprofeso. No obstante, al dejar las mismas prácticas de subrogación y licitación de servicios en el sector Salud, otorgar puestos por favoritismo, nepotismo o pago electoral a los mismos mafiosos del pasado y, sobre todo, dar inmunidad a los parásitos propios, la cronicidad del mal se profundiza tanto que solo con medidas radicales podrán extirparlo. La 4T aún tiene el poder de revertir el fracaso anunciado, debe emplear todos los recursos del Estado para evitar más retroceso. Lamentablemente ofende la actitud de polarización que oposición y oficialismo alimentan sacando raja de las crisis mencionadas; en lugar de resolverlas, las maximizan o minimizan respectivamente. Ambos se rasgan las vestiduras simulando importarles un servicio público de salud que desconocen porque nunca lo utilizan.
Caso Veracruz
Trágicamente la descomposición avanza, pues haber ampliado la cobertura a millones de mexicanos (lo cual es bueno) sin construir más espacios hospitalarios equivalentes ni haber eliminado los vicios neoliberales únicamente abonará más dolor, sufrimiento y muertes por negligencia, iatrogenia y abandono. En este video https://www.youtube.com/watch?v=ESGgSyBOuS4 se muestra lo que parece extenderse por todo el país obligando a la presidenta Sheinbaum y la gobernadora Nahle a responder con medidas paliativas sin atender el asunto de fondo.
Lo que a continuación se expone (fotografías y hechos) corresponde a dos experiencias personales.
A finales de julio acudí a visitar a un amigo hospitalizado de emergencia en la clínica 11 del Seguro Social. Debido al descuido de la sonda urinaria que allí mismo le habían colocado fue afectado por una grave infección. Al llegar me dirigí al vigilante dando el nombre del paciente. Al no encontrarlo en su listado fui enviado a distintos lugares sin éxito. Finalmente me indicaron que estaba en diálisis; tampoco lo tenían ahí, así que decidí ir a la sala de hemodiálisis con igual resultado. Durante el recorrido infructuoso, ya molesto por el viacrucis impuesto, aquella broma cruel de AMLO de brindar un servicio mejor que Dinamarca, vino a mi mente y fue cuando me percaté de las pésimas condiciones de organización y limpieza prevalecientes en esa clínica. Pasillos sucios, pisos parchados, rejillas oxidadas, humedades y polvo incluso a las puertas del lugar donde estaban las máquinas de hemodiálisis. Hasta la fecha desconozco la razón exacta de no encontrar a mi amigo a pesar de que ahí estaba.
Clínica ISSSTE
Siendo alrededor de las 11 a.m. del 7 de julio sufrí quemaduras de primer y segundo grado en ambas manos y muslo de la pierna izquierda haciendo labores del campo. Fui llevado al centro de salud de Coacoatzintla, ahí el personal de salud, después de dar los primeros auxilios, llamó a la ambulancia de Jilotepec para que me trasladara al ISSSTE de Xalapa. Serían poco más las 12 a.m. cuando los camilleros llegaron a la clínica y, en medio de los intensos dolores intensificados por los baches que están en la calle que da acceso a emergencias, metieron la camilla.
Atendiendo mis súplicas, los jóvenes camilleros, después de esperar largo tiempo, pidieron en varias ocasiones fuera recibido. No podían ingresarme dado que la demanda de servicio era abrumadora: no había camillas, personal ni espacios disponibles: todo parecía saturado. Permanecí en un pasillo donde finalmente me revisaron; sin embargo, a pesar de ofrecer pagar los insumos que se requirieran, no me diagnosticaron sino tres o cuatro horas después. Ya tarde noche, la cirujana a cargo recomendó una limpieza mecánica en quirófano y aislamiento para disminuir riesgos de infección. Lo primero, dado que no había quirófano desocupado, ocurrió como a las 10 de noche del mismo lunes; lo segundo, sucedió hasta las 5 de la tarde del día siguiente enviándome a un cuarto compartido donde uno de los pacientes recibía limpieza por colostomía. Ante todo lo anterior decidí pedir la presencia del director (doctor Samuel Ferrer) de la clínica. Por supuesto nunca llegó, pero según el video subido a redes (https://www.facebook.com/watch/?v=798289559297380), parecía estar consciente de lo que allí ocurre.
Las siguientes palabras son partes del texto que redacté:
Sr. Director: antes de entrar en detalles quiero expresar mi amplio reconocimiento y mi profunda gratitud a todos los internos, enfermeros y personal con quien tuve contacto directo; su atención profesional, empática y digna me inspiraron confianza. No obstante ese trato, estar en su clínica resultó una tortura, razón por la cual le manifiesto mi queja, esperando que las crisis de servicio institucional no perjudiquen a más derechohabientes.
Comprenderá que el tiempo en situaciones tan extremadamente dolorosas se eterniza. Gracias a que un trabajador de esta institución pidió permiso para ponerme un analgésico, el dolor disminuyó. El desbarajuste y anarquía eran tales que todos desconocían mi estado clínico y expediente. Por instrucción de la cirujana fui ingresado a quirófano. La doctora, al terminar la intervención, indicó me fuera asignada cama en piso. Esto no ocurrió sino hasta el día siguiente por la tarde.
Sé que una queja como una sola golondrina no hace verano, pero cuando aquella se hace con el deseo de mejorar un servicio podría contribuir al mejoramiento de la atención que esa institución pública tiene obligación de otorgar conforme lo establece la Constitución (Art. 4).
De entre las situaciones que debieran revisarse se encuentran las cargas laborales que estresan y abruman a trabajadores, enfermeras e internistas; vigilar el suministro de medicamentos necesarios; dar mantenimiento a instalaciones y equipo y eliminar privilegios. Sé que existen recuperaciones y curas realmente sorprendentes, pero hablo por aquellos otros que por las carencias de la institución o mueren o tienen que recurrir a la medicina privada gastando los pocos recursos que como trabajadores tenemos. Hasta ahí la carta.
Actualmente los problemas continúan y se entiende que el Director no combata la corrupción estructural limitándose a pedir perdón por el servicio “diabólico y satánico” que su clínica les proporciona a sus pacientes. Seguramente teme ser despedido como hicieron con su par, Dr. Alejandro Saavedra (https://www.facebook.com/reel/1098704211793459), después de denunciar desabasto y corrupción en el hospital de Oaxaca.
¿Alguien escuchará?