*Córdoba, Ver.—Comprar lo básico en Córdoba se ha convertido en un ejercicio de malabares. Lo que antes alcanzaba para llenar una bolsa del mandado, hoy apenas cubre unos cuantos productos. No es una percepción: es una estadística. Durante el mes de marzo, esta ciudad del centro de Veracruz se colocó entre las diez más caras de México, al registrar un aumento del 0.52% en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), según datos oficiales del INEGI.
Aunque la cifra puede parecer pequeña, su impacto se siente a diario: el kilo de tortilla más caro, la verdura más escasa, el gas que no baja, y el transporte público que amenaza con incrementarse. Córdoba ocupó el octavo lugar en el ranking nacional, superando incluso a grandes ciudades con economías más robustas.
Este aumento está por encima del promedio nacional y es parte de una tendencia que viene arrastrándose desde finales del año pasado. En términos simples: vivir en Córdoba se ha vuelto más caro.
El INEGI no precisó qué productos impulsaron el alza local, pero a nivel nacional se apunta a los aumentos en alimentos, energéticos y servicios durante el periodo vacacional de Semana Santa como los principales responsables. Sin embargo, en la calle, la gente tiene sus propias teorías: “Todo sube menos el sueldo”, comenta don Alberto, un jubilado que todas las mañanas acude al mercado Revolución. “Ya ni los frijoles se salvan”.
Córdoba comparte este incómodo top 10 con ciudades como Guadalajara, Coatzacoalcos e Iguala. El común denominador: familias que hacen cuentas para estirar cada peso y jóvenes que cada vez más retrasan decisiones importantes como rentar o independizarse.
Aunque el gobierno federal insiste en que la inflación general muestra signos de contención, en regiones como esta, los beneficios no se sienten aún. La cuesta de enero parece haberse extendido más de la cuenta, y los comerciantes locales aseguran que el consumo sigue bajando.
En una ciudad históricamente conocida por su café y su comercio dinámico, el bolsillo cordobés enfrenta su propio desafío: sobrevivir a una economía que no deja de encarecer la vida cotidiana.