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Jorge Salazar García. 14/09/2025
En el artículo anterior, además de generalidades históricas, se mencionaron 4 acontecimientos que convirtieron a China en la potencia que hoy disputa la hegemonía al decadente imperio norteamericano. Nos referimos a la fundación del partido comunista (1921), la creación del Ejército Rojo (ER, 1927), la Gran Marcha, (1934-36) y la expulsión del invasor japonés en 1945. Estos sucesos hicieron posible la fundación de la República Popular China en 1949. Su acelerado desarrollo es fruto de la unidad y espíritu de lucha acrisolados durante esa “Gran Marcha”* protagonizada por obreros y campesinos entre 1934 y 1936 bajo el liderazgo de Mao Zedong, Zhu De y Zhou Enlai, entre otros. Sobre ella trata este artículo que parafrasea relatos recopilados en el libro de igual nombre, escritos por miembros del Ejército Rojo (ER), quienes con determinación, arrojo y sacrificios expulsaron de China al ejército japonés y derrotaron al títere de los Estados Unidos, Chiang Kai-shek (CHK).
“Te engañaron como a un chino”
Esta conocida frase, divulgada por los saqueadores de China, posicionaba a sus habitantes como seres tontos, indolentes, viciosos, sumisos; incapaces de rebelarse contra sus opresores. Todas las potencias, aprovechando las condiciones de atraso convenientes a las dinastías imperiales chinas, hicieron de sus recursos naturales y su pueblo un botín de piratas. Paradójicamente, el mismo exterior proveyó la esperanza de liberación y la indignación necesarias para la rebelión. La primera vino del triunfo del comunismo en la Unión Soviética (1917); la segunda, de la invasión japonesa en 1931. Desde la revolución, pocos creen que sea fácil engañar a los chinos.
La Gran Marcha
Esta gesta, además de generar conciencia e identidad de clase, unificó al pueblo chino, haciendo de su lucha de liberación una causa digna de todo sacrificio. Pues en el ER cada miembro se centraba en las tareas básicas de estudiar, formar cuadros políticos y capacitar colectivos para la producción, entregándose sin límites a lo planeado por el partido. Reconquistado un pueblo, grupos de trabajo se distribuían por las calles y plazas para cantar, bailar, representar obras de teatro, escribir consignas y platicar con la gente sobre el secreto de la pobreza y la riqueza. La estrategia fue tan efectiva que los campesinos convencidos informaban “de los lugares donde los terrateniente escondían sus riquezas”. Parte de las cuales se distribuía entre ellos.
Las siguientes anécdotas son botones de muestra de esa apasionante e histórica Marcha.
13 cadenas de hierro
La orden era tomar el estratégico puente Luding, capturado por el ejército de CHK para bloquear el avance del ER que estaba a 160 km de distancia. Eso requería superar pantanos, nieve, niebla, ríos, tormentas, fango y el asedio enemigo. Faltando 120 km ordenaron tomarlo ¡en 24 horas! Al llegar (29, mayo 1935), describe uno de los atacantes:
“viramos la vista hacia el puente. No era de piedra, tampoco de madera, sólo había trece cadenas de hierro con eslabones que semejaban roscones (aros). Un par de ellas, a cada lado, hacían las veces de pretiles. Las otras nueve, servían de apoyo a los tableros que habían sido desmantelados por los nacionalistas que avanzaban en la orilla opuesta del río Dadu. Ellos encendieron antorchas; nosotros hicimos lo mismo para engañarlos que éramos amigos. Poco después apagamos las antorchas, nos apresuramos y los dejamos atrás confiados y agotados. En la entrada del puente un comando formado por 24 hombres (portando granadas) avanzó por el desvencijado puente bajo el fuego enemigo hasta tomarlo”.
El ER se posicionó del puente a las 6 p.m. Faltaba conquistar la ciudad de mismo nombre, única salida atravesando el puente. Sus murallas de 7 metros de altura resguardaban dos regimientos enemigos cuyas ametralladoras escupían fuego sin cesar. Se cuenta que los obuses de mortero volaban sobre sus cabezas y que el enemigo envalentonado les gritaba con frenesí: “Vengan volando y les entregaremos las armas. La respuesta “No nos importan sus fusiles, queremos su puente”. Claro, se quedaron con ambos.
Reconquistada la ciudad, los comunistas curaron a los enfermos, repartieron comida, ropa, lingotes de plata y monedas de cobre. Algunos pobladores, emocionados hasta el llanto, se incorporaban al ER.
Solidaridad, sacrificio y entrega
En uno de los relatos se describe una caminata de setenta kilómetros, tan ardua fue, que los combatientes al pararse se quedaban dormidos por el cansancio. No obstante, llegado el momento de combatir todos se ofrecían: ¡“Quiero ir, quiero ir”! pedían los soldados.
Allá, en las montañas, cada soldado llevaba algo de jengibre, pimiento y alrededor de 5 kilos de leña seca. Muchos murieron en batalla y por enfermedades, otros desaparecieron por las extremas condiciones climáticas. Pero ninguno moría de hambre aunque todos los cocineros murieran. Sin embargo, de los 86,000 miembros iniciales, sólo 8000 terminaron la Marcha.
Un cronista vio caer varios soldados en un pantano. Cuenta que uno de ellos se dirigió hacia quienes se disponían rescatarlos, pidiéndoles:
-Camaradas, ¡vayan de prisa! Nosotros ya no podemos continuar. Ustedes no deben quedarse para morir junto a nosotros.
-Cada combatiente es una semilla de la Revolución. Mientras estemos vivos, ¡nunca jamás podremos abandonarles!- le respondieron.
-¿Cómo puedo permitir que otros camaradas mueran por mí? Ustedes deben vivir… para llevar adelante la Revolución. -Por supuesto fueron rescatados.
La siguiente anécdota prueba lo profundo de su entrega: “vimos un brazo descubierto fuera de la nieve. Con el puño cerrado atenazaba su carnet del Partido y una moneda de plata. En el carnet se leía: Liu Chi-jai, miembro del Partido Comunista de China, admitido en marzo de 1933”. La moneda era para pagar su última cuota.
Terminada la Marcha (1936), los sacrificios continuaron; aún faltaban 9 años para expulsar a los japoneses y vencer al ejército nacionalista que tenía la encomienda estadunidenses de exterminar a los comunistas. Mientras el dictador CHK simulaba atacar a los japoneses, estos ocuparon la mitad de China. En diciembre de 1937 Nanking cayó en sus manos. Allí cometieron uno de los genocidios mejor documentados asesinando de 200 a 300 mil civiles. Fue una orgía sangrienta. Durante seis semanas, a orillas del río Yangtsé, decapitaron, ahogaron, enterraron, quemaron seres indefensos y violaron masivamente a las mujeres: “Los soldados japoneses organizaban diariamente concursos de decapitación” y lanzaban a los niños al aire para ser recibidos con bayonetas y espadas.
Unidad 731: fascistas en acción
En 1940 los japoneses construyeron un centro de exterminio en el distrito de Ping-Fang, dándole la apariencia de una planta purificadora de agua. Esa unidad incluía soldados, científicos, académicos y estudiantes simpatizantes de los nazis. Estaban encargados de producir patógenos, gases venenosos, inyecciones tóxicas y mejorar métodos de tortura. Disponían de hornos crematorios, celdas, laboratorios y de chinos pobres (familias enteras) utilizados como conejillos de indias. Con ellos experimentaron disecciones, infecciones, congelamientos, cremaciones y actos de inanición. Contando con el financiamiento estatal y empresarial, los inoculaban con químicos y patógenos para observar y registrar datos útiles a la guerra e industria. Terminada la guerra mundial (1945) fueron hechos prisioneros los responsables de esa unidad, quienes, a cambio de información, recibieron inmunidad completa e, incluso, les proporcionaron puestos en universidades, gobierno, laboratorios médicos, farmacéuticas, estadunidenses.
Expulsión del invasor
Mientras EUA aniquilaba civiles con las bombas atómicas, los soviéticos luchaban contra el ejército japonés en Manchuria, derrotándolo en 10 días (Tormenta de agosto). CHK, se colgó la medalla, declarando oficialmente la rendición del invasor. Ambos, japoneses y dictador, habían dejado a China desbastada y con una desaforada corrupción. Mao, ocupando los espacios abandonados por la huida japonesa, gana la guerra civil y funda la República Popular China 4 años después.
Observación final
Es posible que por el estrechamiento de relaciones con la competitiva China, los yanquis hayan ordenado a México imponer aranceles a todos sus productos en 2026. Lamentablemente, como los neoliberales anteriores, la 4T cede a Estados Unidos parte de soberanía nacional, confirmándose lo dicho por Trump: “México hace lo que nosotros le decimos”.
Si la hipótesis de que AMLO fue sometido en 2021 por un golpe de Estado blando resultara cierta, lo pertinente, entonces, sería rehusarnos a ser esclavos como lo hizo China o, de plano, cambiar la frase del epígrafe por esta: “te engañaron como a un mexicano”.
“Te engañaron como a un chino” . Evocaciones de La Gran Marcha China.
Jorge Salazar García. 14/09/2025
En el artículo anterior, además de generalidades históricas, se mencionaron 4 acontecimientos que convirtieron a China en la potencia que hoy disputa la hegemonía al decadente imperio norteamericano. Nos referimos a la fundación del partido comunista (1921), la creación del Ejército Rojo (ER, 1927), la Gran Marcha, (1934-36) y la expulsión del invasor japonés en 1945. Estos sucesos hicieron posible la fundación de la República Popular China en 1949. Su acelerado desarrollo es fruto de la unidad y espíritu de lucha acrisolados durante esa “Gran Marcha”* protagonizada por obreros y campesinos entre 1934 y 1936 bajo el liderazgo de Mao Zedong, Zhu De y Zhou Enlai, entre otros. Sobre ella trata este artículo que parafrasea relatos recopilados en el libro de igual nombre, escritos por miembros del Ejército Rojo (ER), quienes con determinación, arrojo y sacrificios expulsaron de China al ejército japonés y derrotaron al títere de los Estados Unidos, Chiang Kai-shek (CHK).
“Te engañaron como a un chino”
Esta conocida frase, divulgada por los saqueadores de China, posicionaba a sus habitantes como seres tontos, indolentes, viciosos, sumisos; incapaces de rebelarse contra sus opresores. Todas las potencias, aprovechando las condiciones de atraso convenientes a las dinastías imperiales chinas, hicieron de sus recursos naturales y su pueblo un botín de piratas. Paradójicamente, el mismo exterior proveyó la esperanza de liberación y la indignación necesarias para la rebelión. La primera vino del triunfo del comunismo en la Unión Soviética (1917); la segunda, de la invasión japonesa en 1931. Desde la revolución, pocos creen que sea fácil engañar a los chinos.
La Gran Marcha
Esta gesta, además de generar conciencia e identidad de clase, unificó al pueblo chino, haciendo de su lucha de liberación una causa digna de todo sacrificio. Pues en el ER cada miembro se centraba en las tareas básicas de estudiar, formar cuadros políticos y capacitar colectivos para la producción, entregándose sin límites a lo planeado por el partido. Reconquistado un pueblo, grupos de trabajo se distribuían por las calles y plazas para cantar, bailar, representar obras de teatro, escribir consignas y platicar con la gente sobre el secreto de la pobreza y la riqueza. La estrategia fue tan efectiva que los campesinos convencidos informaban “de los lugares donde los terrateniente escondían sus riquezas”. Parte de las cuales se distribuía entre ellos.
Las siguientes anécdotas son botones de muestra de esa apasionante e histórica Marcha.
13 cadenas de hierro
La orden era tomar el estratégico puente Luding, capturado por el ejército de CHK para bloquear el avance del ER que estaba a 160 km de distancia. Eso requería superar pantanos, nieve, niebla, ríos, tormentas, fango y el asedio enemigo. Faltando 120 km ordenaron tomarlo ¡en 24 horas! Al llegar (29, mayo 1935), describe uno de los atacantes:
“viramos la vista hacia el puente. No era de piedra, tampoco de madera, sólo había trece cadenas de hierro con eslabones que semejaban roscones (aros). Un par de ellas, a cada lado, hacían las veces de pretiles. Las otras nueve, servían de apoyo a los tableros que habían sido desmantelados por los nacionalistas que avanzaban en la orilla opuesta del río Dadu. Ellos encendieron antorchas; nosotros hicimos lo mismo para engañarlos que éramos amigos. Poco después apagamos las antorchas, nos apresuramos y los dejamos atrás confiados y agotados. En la entrada del puente un comando formado por 24 hombres (portando granadas) avanzó por el desvencijado puente bajo el fuego enemigo hasta tomarlo”.
El ER se posicionó del puente a las 6 p.m. Faltaba conquistar la ciudad de mismo nombre, única salida atravesando el puente. Sus murallas de 7 metros de altura resguardaban dos regimientos enemigos cuyas ametralladoras escupían fuego sin cesar. Se cuenta que los obuses de mortero volaban sobre sus cabezas y que el enemigo envalentonado les gritaba con frenesí: “Vengan volando y les entregaremos las armas. La respuesta “No nos importan sus fusiles, queremos su puente”. Claro, se quedaron con ambos.
Reconquistada la ciudad, los comunistas curaron a los enfermos, repartieron comida, ropa, lingotes de plata y monedas de cobre. Algunos pobladores, emocionados hasta el llanto, se incorporaban al ER.
Solidaridad, sacrificio y entrega
En uno de los relatos se describe una caminata de setenta kilómetros, tan ardua fue, que los combatientes al pararse se quedaban dormidos por el cansancio. No obstante, llegado el momento de combatir todos se ofrecían: ¡“Quiero ir, quiero ir”! pedían los soldados.
Allá, en las montañas, cada soldado llevaba algo de jengibre, pimiento y alrededor de 5 kilos de leña seca. Muchos murieron en batalla y por enfermedades, otros desaparecieron por las extremas condiciones climáticas. Pero ninguno moría de hambre aunque todos los cocineros murieran. Sin embargo, de los 86,000 miembros iniciales, sólo 8000 terminaron la Marcha.
Un cronista vio caer varios soldados en un pantano. Cuenta que uno de ellos se dirigió hacia quienes se disponían rescatarlos, pidiéndoles:
-Camaradas, ¡vayan de prisa! Nosotros ya no podemos continuar. Ustedes no deben quedarse para morir junto a nosotros.
-Cada combatiente es una semilla de la Revolución. Mientras estemos vivos, ¡nunca jamás podremos abandonarles!- le respondieron.
-¿Cómo puedo permitir que otros camaradas mueran por mí? Ustedes deben vivir… para llevar adelante la Revolución. -Por supuesto fueron rescatados.
La siguiente anécdota prueba lo profundo de su entrega: “vimos un brazo descubierto fuera de la nieve. Con el puño cerrado atenazaba su carnet del Partido y una moneda de plata. En el carnet se leía: Liu Chi-jai, miembro del Partido Comunista de China, admitido en marzo de 1933”. La moneda era para pagar su última cuota.
Terminada la Marcha (1936), los sacrificios continuaron; aún faltaban 9 años para expulsar a los japoneses y vencer al ejército nacionalista que tenía la encomienda estadunidenses de exterminar a los comunistas. Mientras el dictador CHK simulaba atacar a los japoneses, estos ocuparon la mitad de China. En diciembre de 1937 Nanking cayó en sus manos. Allí cometieron uno de los genocidios mejor documentados asesinando de 200 a 300 mil civiles. Fue una orgía sangrienta. Durante seis semanas, a orillas del río Yangtsé, decapitaron, ahogaron, enterraron, quemaron seres indefensos y violaron masivamente a las mujeres: “Los soldados japoneses organizaban diariamente concursos de decapitación” y lanzaban a los niños al aire para ser recibidos con bayonetas y espadas.
Unidad 731: fascistas en acción
En 1940 los japoneses construyeron un centro de exterminio en el distrito de Ping-Fang, dándole la apariencia de una planta purificadora de agua. Esa unidad incluía soldados, científicos, académicos y estudiantes simpatizantes de los nazis. Estaban encargados de producir patógenos, gases venenosos, inyecciones tóxicas y mejorar métodos de tortura. Disponían de hornos crematorios, celdas, laboratorios y de chinos pobres (familias enteras) utilizados como conejillos de indias. Con ellos experimentaron disecciones, infecciones, congelamientos, cremaciones y actos de inanición. Contando con el financiamiento estatal y empresarial, los inoculaban con químicos y patógenos para observar y registrar datos útiles a la guerra e industria. Terminada la guerra mundial (1945) fueron hechos prisioneros los responsables de esa unidad, quienes, a cambio de información, recibieron inmunidad completa e, incluso, les proporcionaron puestos en universidades, gobierno, laboratorios médicos, farmacéuticas, estadunidenses.
Expulsión del invasor
Mientras EUA aniquilaba civiles con las bombas atómicas, los soviéticos luchaban contra el ejército japonés en Manchuria, derrotándolo en 10 días (Tormenta de agosto). CHK, se colgó la medalla, declarando oficialmente la rendición del invasor. Ambos, japoneses y dictador, habían dejado a China desbastada y con una desaforada corrupción. Mao, ocupando los espacios abandonados por la huida japonesa, gana la guerra civil y funda la República Popular China 4 años después.
Observación final
Es posible que por el estrechamiento de relaciones con la competitiva China, los yanquis hayan ordenado a México imponer aranceles a todos sus productos en 2026. Lamentablemente, como los neoliberales anteriores, la 4T cede a Estados Unidos parte de soberanía nacional, confirmándose lo dicho por Trump: “México hace lo que nosotros le decimos”.
Si la hipótesis de que AMLO fue sometido en 2021 por un golpe de Estado blando resultara cierta, lo pertinente, entonces, sería rehusarnos a ser esclavos como lo hizo China o, de plano, cambiar la frase del epígrafe por esta: “te engañaron como a un mexicano”.


