UN DÍA SIN MUJERES
Uriel Flores Aguayo
En un momento de alta sensibilidad por una cadena de feminicidios surgió con fuerza espectacular la convocatoria a una jornada de protesta denominada “un día sin mujeres” o paro nacional de mujeres.
Es un llamado original, aunque retoma intentos similares de otros países como Islandia y Polonia; es un esfuerzo extraordinario que pronto sumó adhesiones y detractores. Entre sus apoyos hay desde quienes siempre han militado en causas de género hasta aquellos que no habían expresado simpatías con las causas amplias de las mujeres. Se equivocan los que ven “manos negras” y complots en este llamado, faltan a la verdad y al respeto a las luchadoras femeninas. Sus causas son profundas y urgentes, tienen que ver con una realidad brutalmente adversa para las mujeres mexicanas que padecen una sociedad violenta, machista y discriminatoria. Es una feliz decisión que se esté hablando de estas problemáticas. Ya resultó exitosa la convocatoria al haber generado un debate, ya se abrió camino y marcha con su propia inercia. Son las banderas y las causas de las mujeres, en su profundidad y trascendencia, las que vienen superando obstáculos e incomprensión.
Es digno de admiración y apoyo el paro nacional, como una forma de expresar protestas y propuestas. Solo nos queda la solidaridad sin juzgar más allá. Que alguien o algunos se suman pues qué bueno, que cierta figura se adhiere ahora y antes no lo hacía pues ni modo, que haya quienes llevan agua a su molino se entiende; estamos ante una convocatoria amplia y abierta, sin protagonismo personales, cuyos efectos seguramente serán importantes. Estamos ante una toma acelerada de conciencia sobre la situación de las mujeres, cuya actitud se expresa en actos contundentes que ya empiezan a incidir en nuestra vida pública, que ya dan centralidad al debate y reflexión sobre la agenda femenina y van dando forma a una conducta más transparente y eficaz de las instituciones relacionadas con ellas.
Al final se abrió paso la autenticidad del llamado al paro, logrando dejar claras sus motivaciones reales y despertando un respaldo nacional. Solo desde el más rupestre dogmatismo se podría seguir descalificando esta convocatoria. Las luchas de las mujeres contra la violencia machista y su apelación a un lugar digno en la sociedad, está más allá de siglas partidistas y la coyuntura política. Será asombroso el alcance de la movilización del próximo día nueve de marzo, será un jalón civilizador con impacto concreto en nuestra sociedad. Sus efectos serán graduales por supuesto, pero difícilmente se podrá omitir; es más, creo imposible que no haya logros reales en la situación de las mujeres y cambios significativos en la convivencia nacional. Es tiempo de las mujeres, es su momento revolucionario. Con su lucha avanzarán más rápido y ganarán los espacios que su condición humana y de género exige. Es cuestión de derechos e igualdad.
Al parecer la convocatoria al paro nacional de las mujeres, al menos en producción gráfica, proviene del grupo feminista Jarocho “las brujas del mar”. Eso debe resaltarse y ser motivo de orgullo para nosotros los veracruzanos. Ellas tuvieron el tino de poner a circular una propuesta creativa que se abrió paso en forma natural y acelerada. Después vino una avalancha de adhesiones de todos los colores y tamaños. Los pronunciamientos partidarios, con algo de oportunismo, confundieron inicialmente, pero se quedaron atrás ante la contundencia del llamado y el eco conseguido en la sociedad. Fue muy injusto que se quisiera descalificar a los grupos convocantes llamándoles conservadoras; en algo se parece a los tiempos del anticomunismo estadounidense, los del Macartismo y la cacería de brujas. Entre más les cuelguen credenciales absurdas más se fortalecen, más se abren camino y se vuelven eje transformador. El paro va y el día sin mujeres llega con una fuerza transformadora. Hay que celebrar que no nos cruzamos de brazos, hay que apoyar sin condiciones.
Recadito: vivan las mujeres, brujas y santas, con partido o no, de izquierda o derecha, justicieras…
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